Prefacio

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Áurea Sánchez

Los fuegos artificiales resonaban entre las casas, todas las familias celebraban el año nuevo mientras la nieve caía. Todavía no me acostumbraba a la vista, el año nuevo para mí era uno bajo el fresco clima tropical de diciembre, el sonido de los radios y televisores con la cuenta regresiva colándose por todas las casas y un aire familiar cálido. Era el primer año nuevo que pasaba lejos de mi familia, en un ambiente tan familiar pero tan extraño. Los habitantes de la casa se sentían como espectros de un pasado lejano a mí, que intentaban cruzar hacia mi presente. Ya habían pasado meses desde que nos volvimos a ver y, sin embargo, aún no me acostumbraba.

— Áurea... —Alguien llama a mis espaldas, sin embargo, no me tengo que girar para saber que era la dulce voz de Cintia.

— Cintia... —Le hago eco y hago lo más que puedo por ofrecerle una sonrisa que, a fin de cuentas, resulta decaída.

Su rostro, que antes era uno dulce pero severo a la vez, con ojos llenos de ternura me devuelve la mirada llena de pena. Me rodea los hombros con su brazo y me apega a ella.

— A pesar de todo, me alegra que estés con nosotros—refuerza su agarre y me besa el templo de la cabeza, hago lo que puedo por no llorar y le rodeo la cintura con mi brazo para devolverle el abrazo—.

— Los extrañé tanto.

— Lo sé, cariño. Ven, vamos a entrar, ya va a comenzar la cuenta regresiva.

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