01.- La Carta

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Ayun Hanks observó a aquel hombre impresionante y sintió que la respiración se le cortaba totalmente.



A veces pensaba que eso no era saludable para su corazón, pero no podía hacer nada al respecto, así fue desde la primera vez que lo vio y ahora 2 años después de aquel encuentro Khaled Black seguía afectándolo.



Su relación no había sido fácil, aún en la actualidad no lo era. Pero aquello era totalmente su culpa.



Khal, había sido totalmente honesto con él; sin embargo, Ayun, no podía decir lo mismo.



Negó apartando de su mente esos ingratos recuerdos. No tenía caso seguir así. No importaba, lo único importante era que el pasado nunca lo atrapará.



Busco sus gafas, se las colocó y continúo leyendo. Habían llegado unos manuscritos antiguos de Italia, estaban en proceso de estudio y restauración.



Khal suspiró, amaba ver a Ayun trabajar. El chico era una poesía para sus ojos.



Lo había encontrado, después de buscarlo por tanto tiempo, al fin lo había encontrado. Su pareja destinada, su pareja perfecta, el amor de su alma mortal y de su esencia.



Odiaba el secretismo que el niño tenía en torno a su pasado, Ayun había dejado en claro que nunca hablarían de eso.



Su esencia animal se había resistido, quería todo de su pareja, pero sabía también que el chico iba a cerrarse por completo si lo presionaba y tampoco quería que sufriera.


Así que impuso la razón a sus necesidades, aceptó a Ayun allí, en ese momento y en lo que tenían, porque ellos se tenían el uno al otro, se amaban y se necesitaban.



Ayun era inteligente y discreto, siempre metido en sus libros, en sus piezas de arte, en su trabajo en el museo. Mientras que Khal era todo lo contrario, un chico rudo, de chamarra de cuero y jeans ajustados, un hombre libre, que se quedó cuando conoció a su soulmate.



A veces extrañaba a la manada y pensaba en ir a casa, pero ahora ya tenía un hogar.



Khal realmente nunca pensó en la posibilidad de encontrar a Ayun, sus metas eran otras, siempre pensó que él no necesitaba a nadie, cuando su padre le planteó la posibilidad de ser el segundo al mando en la manada, se negó a ocupar el puesto de teniente.



Quería ver el mundo ——algo que nadie en la manada entendía, ya que los lobos siempre son más fuertes juntos que separados.—— pero ahora entendía que su destino había sido marcado, había salido de casa para encontrar a Ayun, si se hubiera quedado en la manada y obedecido al Alpha, estaría solo para siempre.



Ahora sencillamente no concebía la vida sin ese pequeño chico.



—¡Lo siento!– Ayun se acercó dándole una taza de café. —Se suponía que los manuscritos llegarían hasta la próxima semana… si quieres ir a casa…



—No, no me molesta esperar.– tomó la taza para quitarla de su camino y atrapó al chico en sus brazos.



—Pero aún falta mucho y…



—Ayun, no me molesta, en verdad. Tú encárgate de eso y yo esperaré aquí, muy quieto sin tocar nada.– le besó la punta de la nariz y el chico se derritió en sus brazos.



—De acuerdo.– le besó suavemente los labios, separándose rápidamente. —Entonces… yo… sí… bueno… voy, voy a…– señaló la mesa de trabajo a un par de metros de dónde estaban.



El Secreto del Sótano.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora