Ella es el atardecer de un cálido día de invierno.
Él el amanecer de una tormentosa noche de verano.
Y yo un espectador que se inclinó ante tal fascinación.
Amante perdido, enamorado sin rumbo. Encaminado sin pausa hacia el eclipse, dejando todos mis sentidos.
Lo único que llevo es mi corazón a la intemperie.
El pecho abierto, las manos tras la espalda y los ojos cerrados.
Dispara si quieres.