SEMPITERNO &EFÍMERO
Muchos quisiéramos un amor sempiterno, algo que nunca termine, que el sentimiento y el cariño durara para siempre... Pero muchas veces las cosas no son así. Estamos acostumbrados a que entren y salgan personas de nuestras vidas. La vida se trata de eso, del ir y venir de sensaciones, personas y sentimientos. Nada es para siempre. Eso la muchacha de los ojos pardos lo sabía.
Ella estaba acostumbrada. Muchas personas salían y entraban a su vida. Algunas le aportaban cosas buenas o cosas malas; otras la ayudaban a conocerse a sí misma y otras la hicieron perderse en un torbellino de sentimientos negativos; pero siempre disfrutaba de los efímeros momentos que vivía. A pesar de todo el sufrimiento, de todas las decepciones, vivía cada segundo como si fuese el último; porque en realidad podría serlo.
Nunca sabemos cuándo nos va a faltar alguien, ni cuándo será el último abrazo que demos o el último beso. La vida es así de incierta. Ella seguía siendo ella. Claro, como a todos nos pasa, de vez en cuando se apagaba. La tristeza, el miedo, la nostalgia y la melancolía la atacaban. En los momentos que estaba tocando fondo se cuestionaba su existencia en esta tierra. Se preguntaba que había mal en ella, por qué todos la dejaban. Pero mientras más destrozado estés vas a renacer de tus cenizas o de esos pedazos de escombros que conforman tu alma más fuerte que nunca. Cada caída significaba un nuevo comienzo. El sentirse mal no la hacía débil, sino que la hacía humana. La tristeza que muchos la asocian a las personas débiles, no es más que una cualidad que dice que eres un ser humano, que sientes. Esa cualidad ella la llevaba calada en el alma, la traía como una segunda piel. En todo lo que hacía había un poco de tristeza o melancolía, pero eso no quitaba lo hermoso de su alma. Encontró otra alma parecida a la suya. Un alma que también había sufrido lo mismo o peor que ella.
Desde el principio sintió la necesidad de protegerlo, de tratar de arreglar o encontrar las piezas que le faltaban a su rompecabezas, pero se le olvidó que según leyes físicas las cargas iguales se repelen. Podría acercarse mucho a él, pero ellos llevaban la misma carga por dentro. Llevaban ese dolor tan presente en sus almas, en su forma de ser que nunca podrían estar juntos. A pesar que el destino muchas veces envió señales, ellos se tapaban los ojos para no verlas. Estaban tan apegados el uno al otro que cada que uno quería salir y hacer su vida, el otro lo volvía a buscar con escusas mal inventadas y lograba que este se quedara. Llegaron a sentir amor, si es que se le puede llamar así. Uno se enamoró mientras el otro no sentía nada y cuando esté último empezaba a sentir, lo que tenían estaba llegando a su fecha de caducidad...
Al final de la historia aunque no estén juntos seguirán recordando todo por lo que pasaron, por lo menos ella lo hará.
"Un amor efímero se convirtió en un recuerdo sempiterno..."
Esa es la perfecta definición de lo suyo, lástima que no fue tan duradero y fuerte como el dolor en sus corazones… La chica de los ojos pardos y el chico de ojos indescifrables son muy parecidos, más de lo que ellos mismos creen