El rincón triste

EL RINCON TRISTE

Te extraño.....

Que irónico, pensar que nada de esto fue un sueño, quien lo diría; tres años de mi vida encerrado en mi cuarto frente a una pantalla, por seres tan pequeños que tenían la capacidad de hacer sufrir a familias.

La realidad se siente como un agujero negro en el que estoy atrapado. Tres años de aislamiento han dejado cicatrices en mi alma, como grietas profundas que amenazan con romperme por completo. Las paredes de mi habitación se convirtieron en mis mejores amigos, los únicos testigos de mi caída constante hacia la oscuridad.

Pero lo que más me atormenta es el simple hecho de asimilar tu pérdida, mamá. El saber que ya no estás conmigo es un peso insoportable que lleva mi corazón al límite. Aún siento tu ausencia como una herida fresca, sangrante y cruda.

Desearía que estuvieras aquí conmigo. Tu sonrisa solía ser mi refugio, una promesa de que todo estaría bien. Anhelo volver atrás en el tiempo, a esos momentos en los que tus palabras eran mi ancla en un mundo incierto. Pero ahora, solo quedan los ecos silenciosos de tus recuerdos, como suspiros en el viento que se desvanecen antes de que pueda sostenerlos.

Las lágrimas son mis fieles compañeras en esta travesía de duelo. Cada una lleva consigo el peso de los momentos que dejé escapar, las palabras que nunca dije, los abrazos que quedaron por dar. La vida sigue su curso, pero siento que me he quedado atrapado en un instante en el que tu presencia llenaba cada rincón de mi vida, como un faro en la tormenta.

Mis ojos se llenan con imágenes de días pasados, momentos compartidos que ahora parecen un sueño distante. Me atormenta pensar en las oportunidades que dejé escapar, en las risas y consejos que nunca escucharé de nuevo. La vida solía ser tan simple, y solo ahora comprendo cuán precioso era ese tiempo que tomaba por sentado.

Tu ausencia es un agujero profundo en mi corazón, una herida que parece negarse a sanar. Cada día que pasa, la sensación de vacío se hace más intensa, como si una parte de mí se hubiera desvanecido para siempre. No importa cuánto tiempo transcurra, sigo sintiendo que algo vital ha sido arrancado de mi vida, dejando un hueco insuperable.

El nudo en mi garganta es un constante recordatorio de las palabras no dichas, de los momentos no compartidos. Lamento no haberte dicho lo importante que eras para mí, no haberte demostrado cuánto te amaba. Esos "te quiero" no expresados se han convertido en fantasmas que me persiguen, llenándome de pesar y remordimiento.

Mi corazón está fragmentado en innumerables pedazos, pero me aferro a la promesa que te hice. Juré no dejarme consumir por la oscuridad, buscaría una luz incluso en medio de esta tristeza abrumadora. Sin embargo, a veces la lucha se siente como una batalla perdida, y me encuentro naufragando en un mar de dolor y desesperanza.

Espero el día en que nuestras almas se reencuentren, en algún rincón desconocido del tiempo. Mientras tanto, mantengo tus recuerdos cerca de mi corazón, como tesoros invaluables que iluminan mi camino oscuro. Aunque la tristeza amenace con ahogarme, seguiré adelante en honor a tu memoria. Te extraño más allá de lo que las palabras pueden expresar, querida madre. Este dolor es un tributo a un amor que perdurará eternamente en mi alma.

A medida que el tiempo avanza, me doy cuenta de que el proceso de sanar es como navegar en un océano tempestuoso. Las olas de la tristeza me arrastran en diferentes direcciones, me sumergen en momentos de soledad abrumadora. Aunque la vida continúa su curso, sigo sintiendo que estoy en pausa, atrapado en un mundo que ha perdido su brillo desde que te fuiste.

Las fotografías enmarcadas en mi habitación son ventanas a un pasado que extraño intensamente. Cada imagen captura un instante de felicidad compartida, momentos que parecen haber quedado atrás en algún rincón de la eternidad. Mirar esas imágenes me llena de una mezcla de nostalgia y gratitud por lo que tuvimos, pero también de un profundo pesar por lo que ya no está.