Mi unico amor.

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"Mi amor, hoy es un día que no puedo olvidar."









[...]

En una camilla de hospital se veía recostado una silueta de un oso algo mayor, tenia más de sesenta años, mirando un viejo libro que tenían en manos. Apesar de la condición en la que el azulado estaba se sentía muy bien, llevaba varios meses en el hospital, pero no perdía la esperanza de que algún día volvería a casa.

- Ya volvi, azulin. ¿Que tanto miras? - Dijo Pompom entrando a la habitación con una bandeja con comida en mano, se acerco al azulado que se encontraba en la camilla.

- Pompom... - Haciendo que el de pecas se detuviera a mitad de camino - Solo quería tirar este viejo libro. - Diría, dirigiendo su mirada al contrario - Sabes que no tengo hambre, te lo dije...

- Sabes que tienes que comer, es por tu bien, necesitas alimantarte para curarte - Decia el de pecas tiernamente. Se acercó dejando la bandeja de comida en una pequeña mesita.

Azulin puso una expresión algo triste, no tenia hambre y no le gustaba para nada lo que se encontraba en la bandeja, pero sabia que tarde o temprano tendría que comer algo, el de pecas al notar este cambio acaricio levemente la cabeza del contrario.

- Te prometo que cuando salgas comeras lo que quieras. Pero ahora por favor, cuídate ¿esta bien?

El azulado sonrío y asintió con la cabeza. Pompom con algo de dificultad hacercaria más la mesita hacia el contrario para que empezara a comer. Azulin observaba a su querido esposo, su rostro tierno y cálido que aun seguía, solo con la diferencia que ahora tenia arrugas, sus hermosas pecas, que apesar de los años nunca desaparecieron, su postura estaba encontraba, pero creía que simplemente estaba cansado.

- Pompom... - Pronunció el nombre del contrario y lo miro fijamente - ¿Aun eres feliz?

El contrario se sorprendería al escuchar tan repentina pregunta.

- Claro que soy feliz.

- Pues, no creo que estés muy contento cuidándome y estando todo el tiempo al pendiente de mi. - Dijo fruncido el ceño, era curioso, apesar del los años ambos seguían siendo los mismos.

Sabia que no podía vivir sin Pompom, pero también sabía perfectamente que este tampoco se iría.

- No digas eso Azulin, sabes perfectamente que no tengo problema con estar aquí.

- Tu todavía tienes mucha salud, podrías estar haciendo cualquier otra cosa. - Decia el azulado soltando un fuerte resoplido

- Azulin... - Dijo apenado - Tienes razón, no tengo por que estar aquí. Pero estoy aquí por que sea mi obligación, si no por que quiero estar contigo, si estuviera en cualquier otro lugar solo pensaria, "¿Como estará mi azulin?" - El contrario le sonrío - Pronto estarás mejor, y volveremos a casa - Festejo levantando los brazos con una sonrisa, provocado alegría en Azulin.

Al cabo de unas horas, Pompom, se encontraba sentado en el sillón junto a la camilla de Azulin, con la mitad del cuerpo sobre el cómodo pecho de su querido Esposo, se quedo profundamente dormido. Azulin solo lo veía, se notaba muy cansado, tan suave, tan cálido.

Estaría mintiendo si dijera que no estaba agradecido de que Pompom llegara a su vida, todo lo que hizo por el, todo lo que pasaron. ¿Como Pompom llego a quererlo tanto? Simplemente, no lo entendía.


























[...]


Pompom, derramaba sus pequeñas lágrimas sobre el ataúd del que alguna vez fue su esposo, había tenido un ataque mientras dormía.

Aun asi, el hombre a su lado agradecía que al menos se fue sin dolor, se quedo dormido y simplemente no despertó, aún debía vivir más tiempo, pero no se cuidaba como debía, a pesar de que Pompom siempre intentaba cuidar de el, el simplemente no se lo permitía.

No iba a seguir llorando, la muerte puede ser hermosa si la miras desde otro ángulo, ahora su azulito estaba en un mejor lugar, donde podría comer todo lo que quisiera y ser inconscientemente feliz.

Recordó su primer beso, el primer beso de toda su vida, su primera cita, su primer amor de toda la vida. Su único amor.
























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Y con esto, señores me despido. Agradezco que allan tenido el tiempo de leer mi historia, y espero volvernos a ver.

684 Palabras

𝙎𝙚𝙧𝙚𝙣𝙙𝙞𝙥𝙞𝙖 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora