Capítulo 02: Energía caótica.

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Oh, humanos. Pobres humanos.

Desde la vista del todopoderoso solo son hormigas huyendo de la tormenta.

Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.
(Isaías 41:10)

Dongyoung, al ser un demonio, no tenía necesidades básicas como los seres humanos; dormir, comer, etc. Pero, era inevitable no acostumbrarse a una rutina después de tantos miles de años existiendo en conjunto con los humanos.

Maldito el y su manía de dormir. Era capaz de escapar de muchas situaciones, sin embargo, nadie existente dentro de la tierra podía huir de las temidas pesadillas.

Sus ojos se abrían en aquel pozo sin fondo al que llamaba pesadilla, se veía a si mismo cayendo a través de una espesa niebla color gris. Cada segundo que pasaba podía sentir como iba bajando más y más rápido, llegando a sofocarse por el calor insoportable al que se estaba enfrentando.

A lo lejos pudo observar una intensa luz rojiza brillar y, en un instante, el calor se volvió más intenso.

Como si fuese un tipo de señal, el demonio abrió sus ojos, dándose cuenta de que se encontraba en medio de su cama. Maldecía sus ganas de beber hasta no saber que era de el.

Intentó no enfocarse en su sueño y respiró profundo, pero no era suficiente, podía sentir ese inmenso calor incluso por debajo de su piel, provocando ardor por todo su cuerpo. Dongyoung estaba empezando a temer, no quería tener que lidiar con castigos del mismísimo infierno a las seis de la madrugada.

—Una pesadilla —se quejó Dongyoung, dejándose caer entre las sábanas, frustrado. —Maldito infierno...

Normalmente no tenía necesidad de llorar, pero eso no quiere decir que su tristeza disminuyera solo por ese detalle.

Era jodidamente horrible poseer esa capacidad de recordar a la perfección todo lo sucedido el día en que cayó.

Las consecuencias de tratar de mejorar el sistema dentro del cielo lo golpearon directamente a la cara. El no deseaba caer, mucho menos sumarse a la lista de ángeles rebeldes que se iban al lado de Lucifer para pedirle que les otorgara su conocimiento.

Su vida era buena ahí arriba, era respetado y amado.

Tenía todo y lo perdió.

John, al otro lado de la ciudad, pudo sentir que la angustia de su mejor amigo se filtraba por todo su pecho. Años de permanecer juntos no habían sido en vano, ambos adquirieron un par de habilidades extras que les permitían trabajar en conjunto o saber como se sentía el otro.

El ángel creía fielmente que el amor los unía, mientras que Dongyoung solo se quejaba, diciendo que tal vez alguna bruja de los juicios de Salem los maldijo sin que se dieran cuenta.

» Hace falta aclarar que no, cierto demonio con problemas de identidad y el ángel de sonrisa brillante, no tuvieron nada que ver en los juicios de Salem. Cada vez que el infierno ideaba algo extremadamente catastrófico resultaba que los humanos ya tenían planes de realizar cosas diez veces peores. Les ahorraban el trabajo. «

El escribano se apresuró y en menos de diez segundos ya se encontraba dentro de la habitación del demonio, escuchándolo quejarse por la luz que (naturalmente) emitía su cuerpo divino.

—¿Te encuentras bien? —preguntó el escribano, observando como su amigo se removía con incomodidad entre las sábanas. —El ambiente se volvió muy pesado —agregó. —Me acostumbré a sentir algo de maldad a mi alrededor solo porque tu presencia en si es maligna, pero esto es más de lo que un ángel normal podría soportar.

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