𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎.

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Primero de abril, Lunes, siete y cuarenta de la mañana. Es el inicio de un nuevo año escolar.

Los rayos de sol eran tranquilos, los cerezos soltaban sus pétalos, que el viento fresco las hacía danzar; demostrando que la primavera reinaba en esa época del año.

Diferentes estudiantes caminaban a la dirección de su escuela. Había padres que acompañaban a sus hijos en su primer día de jardín de infantes.

― Cuando esté en mi primer grado — una voz infantil que cantaba emocionada se alzaba entre esos niños que pasaban, — espero hacer cien amigos. — La niña vió de reojo y deslumbró una cola clara que meneaba con curiosidad. — ¡Mira, mamá, un gato!

― Mh, de seguro te desea que hagas muchos amigos.

― ¡Y así lo haré!

El grito fuerte asustó al gato, quien camino rápidamente para alejarse de esa madre e hija, y continúo con su camino sin dirección.

― Oye, ¿Ese no es quien creo que es?

El mismo gato movió sus orejas curiosamente de nuevo, viendo a la dirección donde la voz de nuevos humanos se hacían oír.

― ¡Lo ha de ser!, ¿No has oído los rumores?, Dicen que podía venir a nuestra escuela…

― ¡Y mira, es nuestro uniforme!

Era el sonido de voces femeninas, que, como la mayoría de estudiantes, no disimulaban su mirada a una persona en particular.

― También tenían razón los rumores en otra cosa, él es… aterrador.

La multitud, de manera inconsciente se hacía a un lado para dejar pasar a una figura con mucha más presencia por su deslumbrante físico… y como su notable aura espeluznante.

― … De pronto me dieron ganas de disculparme con él por haber nacido.

― Yo… de pronto me siento una miseria.

Había diferentes murmullos de opiniones sobre la figura popular, más sin embargo la que tenía todo el centro de atención caminaba tranquilamente hacia la dirección de su nueva escuela.

El mismo gato de pelaje claro que había observado todo, se puso a su lado, y casi inmediatamente, el caminar del chico también se detuvo. Ambos se miraron por unos segundos, atentos. Si se observaban bien sus manos, estás apretaron la manija de su maletín.

Pero cuando intento acercarse para acariciarlo, en un instante, el gato había corrido de él.

El chico de cabellera rubia observaba como el gato corría lejos de él, el viento movía sus cabellos y le revoloteaba los pétalos de cerezo al rededor, por lo tanto su rostro no se veía bien.

Tomo una gran bocanada de aire, y suspiró pesadamente; se veía como temblaba un poco, y seguía apretando la manija de su maletín escolar.

― Aquí… voy.

❝𝐏𝐎𝐒𝐄𝐈𝐃𝐎́𝐍, ¡𝐍𝐎 𝐏𝐔𝐄𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐌𝐔𝐍𝐈𝐂𝐀𝐑𝐒𝐄!❞ ⸻ SNVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora