El viejo arbol

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POV Amelia:

Pasear por el campo no era una opción. Siempre en la tarde mi madre nos aconsejaba, por no decir que era obligatorio, salir a caminar fuera de la casa, sus sugerencias eran, ir a ver si las siembras habían avanzado, investigar fauna en el terreno, pintar algún atardecer o solo a leer un libro bajo el gran roble que teníamos cerca de la casa, que es mi lugar favorito, aquel árbol era sumamente hermoso, desde sus raíces que sobre salían y creaban un lugar cómodo para sentarse, su tronco que era tan ancho como una rueda de hilado de una rueca, sus ramas que caían con delicadeza, también sus bellas hojas, que en esta época de primavera eran un verde limón, yo estoy enamorada de este árbol que me ha visto crecer desde que era solo una pequeña niña que trepaba sus ramas.

Cada vez que llego a este lugar me quedo admirando el gran paisaje que me es regalado, donde la brisa mueve ligeramente mi cabello, inhalo profundamente mientras aprieto en mi pecho el libro de flora y fauna que traje para leer esta vez, sonrío mientras coloco una sábana en el hueco de unas raíces y me siento en el suelo, me acomodo poniendo un pequeño trozo de tela en mi regazo, donde transporté un par de bocadillos para merendar y asi me dispuse a leer.

[...]

El atardecer estaba haciendo su presencia en el paisaje del cielo, dando a entender que ya era hora de regresar a mi casa, me había terminado los bocadillos y el pequeño trozo de tela lo puse como separador en la parte que me había quedado del libro, me levanté, recogí mis cosas y me dispuse a partir hacia mi casa. En el camino hacia allá escuche a la lejanía, el andar de varios caballos y las ruedas de un carruaje. Fue ahí cuando recordé que mi padre había mencionado que algunos invitados iban a llegar en la noche. Lo que significaba tener que bañarse y usar nuestras mejores ropas.

Quizás mi familia no era de la clase más alta, ni de la más baja. Éramos reconocidos en el pueblo, pero mis padres siempre querían darnos lo mejor de todo para vivir bien. Y como al ser la única hija mujer en la familia, mi deber correspondía a ayudar en la casa y a elevarnos en la alta social, lo que significaba contraer matrimonio con un hombre de gran fortuna, bueno ese era el deseo de mis padres, yo todavía no podía descubrir cuál era mi sueño. Caí en la cuenta de que no tenía mucho tiempo para arreglarme, porque ya era casi la hora, asi que apresure mis pasos, por no decir que me eche a correr para llegar lo antes posible.

Justo a tiempo los invitados estaban llegado y del carruaje bajo un señor de complexión robusta, cabello azabache peinado para atrás, y detrás de él, un joven alto, de piel clara, su cabello era oscuro como la noche; la mirada de este último mencionado y la mía se cruzaron cuando estaba dispuesta a subir las escaleras hacia la puerta de mi casa, haciéndome sentir como mi cara ardía y un escalofrió recorría todo mi cuerpo, no sabía si sentía vergüenza por llegar tarde y que me vieran asi o que era lo que me pasaba. Solo mantuve una sonrisa falsa por cortesía y entre de prisas a mi casa.

Subía las escaleras corriendo y madre mi grito que, si sucedía algo, yo solo la ignore para llegar a mi cuarto por fin. No podía creerme que los invitados que mi padre había mencionado eran para lo que yo pensaba que quizás iba a ya suceder, este sea el fin de mi libertad, me comencé a lamentar, todos estos pensamientos venían a mi mente mientras me quitaba mis prendas. Mi madre ya tenía seleccionado para mí un vestido color lila con detalles brillantes pero sutiles, mi dama de compañía Katye me recogió el cabello en un moño grande y elegante, estaba demasiado distraída ya que por mi mente recorrían muchas preguntas y entre ellas la de si mis padres me irán a esposar con ese cabello tan misterioso y Katye lo noto, traba de animarme y que ella había escuchado de las superiores que era una familia muy importante, parientes lejanos de Lady Queentine propietaria del pueblo donde vivíamos.

Terminamos y salí hacia el pasillo para bajar por las escalaras, en el camino traté de tranquilizarme para poder mostrarme amable y fuerte, que vean que conmigo no será cualquier trato y que realmente valgo la pena, mi madre se encargó mucho de entrenarme y ahora era mi momento de lucirme. Junte todo mi valor y cuando alce mi mirada al terminar de bajar los escalones me di cuenta me estaban mirando, mis padres estaban llenos de orgullo, mis dos hermanos se estaban muriendo de la risa por quizás por como había echo mi entrada, estaré ya causando problemas, concéntrate Amelia, el señor más grande me sonrío y el más joven todavía tenía esa cara de seriedad que le había visto cuando recién llegaron. Asi que mi padre tomo la iniciativa de presentarme

- Mi Lord le presento a mi hija, Amelia Hempton, primogénita de Wester- hice mi reverencia para el señor mas grande y extendí mi mano, el con delicadeza la tomo y la beso

- Un gusto en conocerla señorita Amelia- le regale una ligera sonrisa- yo soy el Lord de Evers, Alan, y este es mi hijo- ambos volteamos a verlo, mientras el señor que lo presento con la mano lo empujaba para enfrente sutilmente- Andrew Danston, primogénito de Evers- el ahora misterioso joven de ojos como la miel, tomo mi mano, la beso y me miró fijamente a los ojos donde note un ligero toque de malicia, dios mío espero a que todo salga bien, no debería de estar nerviosa, se ve que es un buen chico, hay que pensar en los puntos básicos para destacar con carácter, mientras pensaba en todo eso, mi madre hizo un comentario.

- Pasemos al comedor, la cena esta lista- creo que esa fue una señal para salvarnos a todos después de sentir la gran tensión en el ambiente.

CLARAMENTE NO SOMOS COMPATIBLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora