Una historia por contar (María Romero)

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Esta es la historia de mis padres y como su amor surgió en uno de los escenarios menos pensados y en el peor momento.

Todo empieza así...

...Hijo, necesito decirte algo - Dice quien vestía con un traje entre grisáceo y verdoso.

Dime padre - respondo desde la cocina con voz amable

Pedro, sabes que una situación crítica ha surgido en nuestro país, y estamos enfrentando tiempos difíciles. Como general, enfrento decisiones difíciles, y esta es una de ellas. Necesito decirte que ahora eres parte de las fuerzas e irás a la guerra.

Ante tal cosa quedó anonadado. Había pasado a la posibilidad de ir pero ahora que la tengo frente mi no se que decir, no se si estoy listo para cada cosa que conlleva la guerra.

¿Puedes darme tiempo para pensarlo y no decidir tú por mi? - le pregunto en un murmuro. Su respuesta hace que un suspiro de miedo se escape de mi.

Lo lamento hijo, no hay tiempo, mañana temprano partimos, se que tu madre estaría orgullosa de esto hijo, de que le sirvas a nuestro país - Dice mi padre mirándome con melancolía.

Aquí es cuando siento como se aprieta mi estómago y pienso en cómo realmente puede terminar esto, vivo o muerto. En ese momento no pensé en otras posibilidades, en una bonita casualidad.

...

A la mañana siguiente voy junto a mi padre camino al lugar que me asignó, Ypres. En el camino no puedo dejar de pensar en todo, todo lo que podría estar abandonando, todo lo que podría perder.

La noche cae y recién vamos a mitad de camino. El cielo casi despejado me deja ver las estrellas las cuales se roban mi energía y caigo en un sueño profundo pero sin descanso.

Despierto debido a la luz del sol que sale desde el este, es una mañana helada, el frío me llena y me escondo bajo la manta. No se cuanto tiempo paso hasta que oigo la voz de mi padre. Hijo, llegamos a Ypres, vamos.

Obedezco y me levanto, mientras mis ojos se acostumbran a la luz puedo ver como a ya de dos días de comenzada la batalla ya hay varios heridos.

Hijo, ven - me llama mi padre. Voy donde él se encuentra. Te presento a Juan Carlos Bodoque, él está a cargo de esta batalla. - Dice mi padre sonriendo

Es un gusto conocerte finalmente, Pedro, tu padre no mentía sobre tu físico, eres perfecto para esta batalla. - Bodoque mientras estrechamos las manos. Me gustaría que empezaras hoy, necesitamos ayuda. Tendrás tu enfermera personal, se llama Naya, ella se encargará de cada cosa que le pidas. Ahora, ¿ves esa pequeña casa de allá?. Miro hacia donde me indica - Es tuya, una gran casita para un gran hombre, espero salves muchas vidas y nos ayudes a ganar esta guerra.

Esperen, un cuarto solo para mí, ¿que hay de los camarotes? - Pregunto desconcertado.

Tendrás tu propio espacio hijo mío, como una pequeña recompensa por venir aquí - Dice mi padre mirándome con un toque de tristeza y otro de felicidad.

Me despido de Bodoque y de mi padre. Me dirijo a mi "casita" y puedo ver en la cama mi uniforme. Me visto y salgo en busca de armas, las cuales se usar desde pequeño.

Me uno a un grupo de personas y partimos al campo de batalla el cual parece estar activo día y noche.

Balas, explosiones, gritos, sangre y cuerpos por todas partes, un escenario catastrófico.

El sol está en su punto más alto, quema, pero aun así hago mi trabajo. Llega la hora de devolvernos, el sol está bajando. Llegamos y voy directo donde Naya para que pueda curar pequeñas heridas que me hice.

Para ser el primer día recibiste pocos daños - Dice Naya con una sonrisa en su rostro, parece tener una personalidad alegre a pesar de la situación que está viviendo el mundo.

Si, mi padre me preparo para momentos como este desde que tengo uso de razón - Digo recordando el primer momento en que dispare un arma.

He terminado, sanarán pronto. Ahora ve a comer y descansa - Dice Naya mientras se despide de mí con su mano y una sonrisa de oreja a oreja en donde puedo ver una sonrisa algo diferente a las que suelo ver.

Después de comer me dirijo a mi pequeña casa y me duermo en cuanto me acomodo en la cama. Gritos y ruidos fuertes me despiertan, me visto y salgo tan rápido como puedo, el bando contrario estaba cerca. Voy en busca de armas y corro donde se encuentran los demás.

Fuego y balas por doquier, los cuerpos están en todas partes.

Ayúdame - Oigo una voz agonizante, la luz de la luna ilumina su rostro y su traje, es de la central.

Porfavor ayudame - vuelve a decirme en casi un último suspiro. La voz de mi difunta madre aparece en mi cabeza <Ayuda a quien más lo necesite, pero nunca te dejes engañar, no sigas siempre tu corazón>. Él necesita de mi ayuda. Lo cargo en mis hombros y me dirijo a mi casita a paso apresurado, pensando realmente a quien estoy siguiendo, si a mi corazón o a mi cabeza.

Llegando a mi cuarto dejó al soldado en mi cama y voy en busca de Naya quien al llegar está a punto de irse.

Por favor ayudalo, no se porque pero necesito que lo hagas, necesito que lo salves - Digo suplicante mientras sostengo su brazo para que no se vaya.

¿Te das cuenta de que es del bando contrario? - Me dice mientras yo asiento en respuesta. ¿Y aun así quieres que lo salve? - Le respondo del mismo modo. Está bien, pero se llegan a enterar y no me hagas cómplice. - Dice mientras se acerca a quien se encuentra en mi cama, Chayanne.

Soldado de unos ojos negros, cabello negro, bonito. Tiene un olor peculiar, un olor agradable.

Me acerco a él y hacemos contacto visual antes de que sus ojos se cierren por completo. Se desmayó. 

Balas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora