El Hijo Legítimo

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          Ya faltaba poco, una cuadra más y ya llegaba a la plaza. Solo debía cruzar las vías del tren.
          No se veía nadie alrededor, la madrugada oscura y fresca había espantado hasta los perros vagabundos.
          El arma con la bala la cargaba en el bolsillo interno de mí campera, era pesada.
          Comencé a caminar sobre las viejas vías de madera. Me había dicho mí papá que desde hace cincuenta años que estás vías no funcionaban.      Estaban en mal estado y apenas si podía ver las astillas levantadas y huecos.
          Me apure lo más que pude pero de repente siento que la pistola sobre mí pecho empieza a temblar, a vibrar como un celular.
          Me detuve en medio de las vías y abrí mí campera para poder sacar el arma y ver lo que le sucedía. Efectivamente estaba vibrando. La empecé a ver por todos lados buscando la razón de lo que le pasaba y sin querer apreté el gatillo, pero en vez de que saliera un disparo de su boca metálica se escuchó una voz que decía:
          -¡¿Hola?!
          Era la voz de Finn desde la pistola, se escuchaba como desde la bocina de un... teléfono.
          -¿Paul estás ahí? ¡Responde!
          Lentamente acerqué un lado de la pistola hacia mí oído y respondí.
          -¿Hola?
          Pero antes de que Finn pudiera responder, una piedra golpeó mí mano y me hizo soltar el arma. ¡Me dolió horrores!
          Alguien me había lanzado una piedra del tamaño de una uva desde alguna parte. Observé mí mano y estaba sangrando, sentía como la sangre palpitaba a cada gota que salía.
          -Hasta aquí me llega el delicioso olor de tu vida, hermano.
          La voz, de lo que parecía ser un hombre, se escuchaba como un eco lejano. Miré a mis alrededores, pero la débil luz de los dos focos que iluminaban aquella zona apenas dejaban ver unos metros.
          "¡Era una trampa!" Pensé aterrorizado. Me levanté rápido para agarrar la pistola y salir de allí, pero otra piedra golpeó la pistola alejandola unos metros más lejos de mí. La dejó al borde de dónde llegaba la luz y comenzaba la oscuridad. Fuera de las vías.
          Inferi que quien me atacaba estaba detrás de mí. Pero al ver no había nadie.
          -No te molestes en pensar, luchar, o siquiera rogar por tu vida -la voz se escuchaba más cerca, venía desde la dirección de la plaza. Pasos lentos se acercaban.- Aquí gané yo y todas las víctimas que bajo tu abuso y violencia quedaron en el camino.
          "¡¿Que está diciendo?! ¿Acaso no sabe que yo soy la víctima en esta historia?"
          La luz de los focos llegaban a iluminar unos metros más allá de donde terminaban las vías. Desde aquel borde oscuro surgió una mano que tomó la pistola que luego fue tragada nuevamente por la penumbra.
          -¡¡Eehh!! -llamé desesperado hacia la nada- ¡¡Yo no soy El Lobo!!
          -Ya lo sé. -y lo siguiente que se escuchó fue un ruido lejano, como del comienzo de una lluvia torrencial que fue en aumento. Aquel rudo se transformó en miles de piedras desde todos los ángulos que se dirigían a dónde estaba yo.
          Antes de que pudiera cerrar los ojos y aceptar mí muerte, sentí como fuego naciendo desde la boca de mí estómago. Un fuego que recorrió todo mi esófago y salió por mí boca con la forma de una serpiente gigante.
          Esta salía de mí boca y raspaba mis dientes con sus pesadas escamas a cada centímetro que pasaba.
          Tan grande la serpiente que llegó a formar un escudo-domo a mí alrededor.
          Había quedado a oscuras y escuchaba como las miles de piedras caían y golpeaban el cuerpo sólido de la serpiente. Me estaba protegiendo.
          Minutos después, el estruendo de los ataque había cesado. No se escuchaba nada.
          El peligro pasó y la serpiente se regreso por dónde vino. Paso por mí boca, esófago y hasta guardarse en mí estómago y cosquillear.
          Las piedras habían quedado hecha polvo a mí alrededor y un humo de polvillo se levantaba y el sonido de un crepitar fino se escuchaba sobre el silencio.
          -Tienes la Serpiente de la Barriga. -se escuchó la misma voz desde algún lugar. A lo que le siguió el sonido de unos pasos acercándose cada vez más hasta aparecer de entre la cortina de oscuridad una pierna, luego un cuerpo, una mano y una cabeza con casco.
          Durante el trecho que caminó hasta donde estaba yo, examiné cada parte de ese chico extravagante. Sus dedos cubiertos por cosas que pretendían ser anillos; tapitas, piedras y lo que parecía ser un par de dientes.  Unos jeans y camisa multicolor.
          El chico joven y destellante se había presentado como:
          -Rhesus, el hijo legítimo del Señor de la Tierra.
          "¡¿Jesús?!"

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2023 ⏰

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