-Señor... ¿Encontró algo?
Aziraphale negó en silencio, moviendo la cabeza. El pesar se apoderó de sus facciones y ya nada hacía para intentar ocultarlo. Sus subordinados se alejaron, dedicándole una última mirada de lástima antes de desaparecer, dejándolo solo con sus pensamientos y tristeza.
-Oh querido... ¿dónde estás? -El ángel miró al cielo, sin esperar que la respuesta llegará de allí. Solo necesitaba un lugar seguro al cual aferrarse o, probablemente, al cual culpar.
Había logrado regresar a la Tierra luego de lo que le pareció un tiempo prudente, apenas un par de años. Al principio había esperado regresar en unos meses, pero el desastre en el cielo era más grande de lo que había imaginado. Sin embargo, lo que para él fueron unas pocas primaveras, en la Tierra habían sido más de una docena. Las costumbres habían cambiado, la moda también ya no encontraba rostros familiares y sobre todo, no encontraba a Crowley.
Había desaparecido sin dejar rastro, todas las pistas terminaban en la nada misma y el dolor en su corazón crecía con cada fallo. Creyó que lo estaba evadiendo, pero él no era de esos en realidad. Lo buscó en Alfa-Centauri, pero allí nadie lo había visto tampoco. Ni siquiera sabían que estaba desaparecido. El infierno también lo estaba buscando. Lo estuvieron persiguiendo por años para acabar con él ahora que estaba solo y sin la protección del ángel, pero tampoco dieron con su ubicación. Lo cual era bueno si debía ser sincero consigo mismo.
Se arrepentía de haberlo dejado, pero no de haberse marchado. Ahora todo era distinto, las reglas ya no eran tan estrictas y contemplaban algunos tonos de grises, esos con los que Crowley tanto amaba jugar. Los angeles ya no intentaban acabar con el mundo cada vez que se aburrían y en cambio estaban trabajando activamente para volverlo mejor. Cuidaban a los humanos e incluso los demonios habían recuperado su espíritu al intentar impedirlo. El cielo había vuelto a ser un ajetreado ir y venir como antaño, ahora importaban más las acciones que el papeleo. Además, había logrado un indulto para quienes no querían formar parte de todo eso, y luego de varias negociaciones, había conseguido que los demonios también lo otorgaran. Igualmente, había implementado un sistema de rotación para el cargo del arcángel supremo, nunca era bueno que alguien se quedara estancado mucho tiempo en un mismo lugar.
Todo era mejor, pero no valía nada sino podía disfrutarlo con su demonio favorito.
Mientras estaba en el cielo había tenido tiempo para pensar, reflexionar sobre todo lo que quería decirle a Crowley cuando lo volviera a ver. Esta vez podría responder a su confesión con el corazón entregado, no iba a reprimirse. Incluso había pensado que cosas podía intentar para que el enojo del pelirrojo disminuyera, o hasta qué haría si nunca lo perdonaba. Estaba listo para aceptar las consecuencias de sus decisiones, cualquiera fuese, pero no estaba listo para esto.
Cada semana que pasaba sin novedades, un sentimiento agrio crecía en su pecho y escalaba por su garganta. Debió haberse dado cuenta que habían pasado tantos años, no... ni siquiera debió marcharse de allí sin él. Crowley era todo lo que tenía, el único que siempre estuvo a su lado, y él significaba lo mismo para el demonio. No había pensado el verdadero alcance de sus decisiones, lo que podría significar para Crowley el volver a estar solo. Era alguien fuerte, pero él sabía mejor que nadie que bajo todas esas capas de sarcasmos y gruñidos, se escondía un alma noble y sensible. Sin embargo, estaba tan acostumbrado a que siempre salía ileso de todas las situaciones y que su coraza externa nunca se desmoronaba, que se había olvidado de ese detalle tan importante. Era un tonto, y este era su castigo.
Gracias a Crowley había conocido nuevas emociones, el asombro, el miedo, la felicidad, el amor, la tristeza y ahora, la más absoluta desesperación. Si, estaba desesperado.
A veces salía a buscarlo en plena noche, gritando su nombre por cada rincón que alguna vez conocieron juntos; otras, se arrastraba en silencio, como un alma en pena que no encuentra el descanso eterno prometido. Lo extrañaba, le dolía su ausencia, el no poder oír su voz o sus quejas, ni esa fragancia humana que a veces gustaba ponerse porque había descubierto que le gustaba. ¿Si algún demonio que lo odiaba lo había encontrado? ¿Si los ángeles conservadores que se opusieron a sus cambios y fueron reemplazados terminaron yendo a buscarlo y se vengaron con él?
-¿Dónde estás? Oh Crowley, ¿dónde te fuiste?
Solo en lo que una vez fue su librería, ahora cubierta de polvo y telarañas, lloró su pérdida y desahogó la culpa de su corazón. Sentía que lo había perdido para siempre, su única luz se había apagado.
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Regresa a mi, por favor
FanfictionAziraphale vuelve a la tierra tiempo después de marcharse, pero no hay nadie esperándolo. ¿Dónde está Crowley?