3. Un encargo inesperado

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Al llegar a mis aposentos, me senté en la cama despacio y al levantar la mirada, lo vi frente a mi, de pie, se quitó la capucha y pude ver su rostro, era un chico joven, con el pelo negro alborotado, era muy atractivo, de facciones geométricas, tan perfecto que parecía una escultura tallada en bronce, pero lo que más destacaba, por encima de todo, eran esos ojos... brillantes como el zafiro pulido, penetrantes e inquisitivos, me miraban fijamente, cómo quién mira un trozo de carne recién salida del horno, esbozó una amplia sonrisa, no menos perturbadora y prosiguió:

-Me llamo Bast, acudo a ti, Ron Shern, porque tu reputación de escribano te precede, antiguo miembro del Arcano y consagrado archivista-

Hizo una breve pausa, mientras extraía un fajo de papeles medio arrugados de uno de los bolsillos interiores de su capa, tan negra cómo la misma noche. Los colocó lentamente encima de la mesa de mi escritorio, con un mimo exagerado, parecía que estaba realizando un ritual sagrado, con la ayuda de ambas manos y sumo cuidado, los prensó para que quedarán lo más planos posible.

-Estas páginas, son precisos retales sobre una historia que aún no ha visto la luz, una pequeña pieza de un gran puzzle que creía pérdida, forma parte de las crónicas de mi maestro, se trata de un borrador que escribió mucho tiempo atrás, estaba cojiendo polvo en una estantería, desterrado y desechado, ya que él cree que no tiene aptitudes para la escritura-

Dijo negando con la cabeza y mostrando una plausible decepción en su ensombrecido rostro.

-También traigo el diario de un hombre, un pobre marinero que se vió envuelto en algo mucho más grande que él mismo y su historia, se entrelazó con la de mi maestro, cómo dos hiedras venenosas en una espiral de extraordinarios sucesos.
Ambos cuentan desde distintas perspectivas y distintos momentos, las aventuras que vivieron, durante el largo viaje en barco, desde Imre hasta aquí, la ciudad de Severen-

Se sentó en el extremo de la mesa, su actitud se suavizó y sus facciones se relajaron.

-Quiero que te encargues de estructurarlos, de darles forma y reescribirlos, pero sobretodo...-

Hizo una pausa dramática.

-Mantente fiel a los hechos aquí descritos-

Dijo con seriedad, mientras apoyaba suavemente el dedo índice sobre las hojas amarillentas.

-¿Quién es tu maestro?-

Alcancé a decir con la voz temblorosa.

-Esa, no es la pregunta correcta escribano-

Esbozó una sonrisa burlona.

-Con la lectura de estas páginas, se te revelará su identidad, me trae sin cuidado que te cuestiones la veracidad de los hechos que aquí se presentan, no deben influir, en lo más mínimo, en tu rigor y dedicación, quiero que te dejes el alma y la piel en este trabajo-

Cuándo hubo finalizado su discurso, se acercó lentamente hacía mi, sus ojos se tornaron dos esferas azuladas y su semblante adquirió un porte terrorífico.

-No soy un simple hombrecillo con un fútil antojo, te encomiendo una tarea trascendental, de ahora en adelante soy tu dueño, me perteneces, hasta el momento en que cumplas mis expectativas y si no lo haces...ohhh, no habrán en el mundo, muros ni puertas lo suficientemente fuertes tras los que puedas esconderte, te encontraré, te colgaré cómo a un cerdo, te abriré en canal des de la garganta hasta el ombligo y me daré un relajante baño con tu sangre aún caliente-

Se encontraba a dos escasos palmos de mi cara, se me erizó hasta el último pelo del cuerpo, me deslicé torpemente por la cama, tratando de alejarme de él, hasta colocar la espalda contra la pared, manteniendo mis enjutos brazos en alto, en un desesperado e inútil intento de defenderme de ese "demonio", su humanidad era una delicada máscara, que se ponía y quitaba a placer, había experimentado muchas cosas durante mis viajes alrededor de este vasto mundo, pero un encuentro con un ser Fata, no era una de ellas.

Desde mi perspectiva, los segundos posteriores transcurrieron cómo largas horas, poco a poco, fui bajando los brazos, más por cansancio que por convicción y observé la habitación.

Sólo quedaba silencio y oscuridad, me levanté de la cama a duras penas, tenía el corazón desbocado, me golpeaba el pecho por dentro, cómo un preso furioso que quiere salir, inspiré profundamente y me dejé caer, rendido, en la dura silla del escritorio, pocas veces había sentido un terror tan visceral y primigenio cómo el de esa noche.

Un Viaje No Tan Breve (Fanfic -El nombre Del Viento- Patrick Rothfuss)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora