¿Te ha pasado alguna vez lo típico de decir "quiero hacer algo", y cuando te pones manos a la obra no se te ocurre qué hacer? Seguro que sí te ha pasado, inclusive más de una vez.
Pues esa es la rutina que llevo todos los días. De las doce de la mañana a las doce de la noche, de lunes a domingos, de enero a diciembre, y de aquí a que los burros vuelen.
Al que dijo que la inspiración va acompañada de la creatividad le voy a dar un golpe de remo.
Muchas veces me quedo con las ganas de, por ejemplo, hacer un boceto de algo, y no tengo inspiración para hacer ese "algo". Pero claro, la señora Vida es muy maja y cuando estás haciendo las tareas, desactivando una bomba o encabezando diez tropas de vikingos ¡fium!, se te ocurre la mejor idea que jamás se le ha ocurrido a nadie. Es estos casos cuando me pregunto qué he hecho para que me quieran tocar tanto los coj**** [ (lado angelical) Cálmate, no vayas a romper el teclado con la de hostias que le has dado] [ (lado demoníaco) Mira quién habla, vaya ángel estás hecho, cabrón]
Y como las teclas ya me van fallando - en especial A,S,D y W - me despido.
[Tengo que pensar una forma de despedirme... ¡Ven a mí, Inspiración!... ¿No vienes?... Pues que te den.]