5; Encuentro (+18)

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La sensación de seguridad que me brindaron los labios del hechicero hicieron que mi corazón palpitara desbocado. La sensación de querer detenerlo, de querer evitar su roce estaba presente, pero mis manos no respondían, mi cuerpo estaba inmóvil, yo estaba paralizado, esperando a que este terminara o a que sucediera algo mejor.
Dio un paso hacia atrás y me miró a los ojos.

—Esto es lo que debe suceder, Stark.

No sabía qué contestar, probablemente no quería, no lo evitaba o no lo odiaba.

—Si lo harás, hazlo completo —Las palabras salieron de entre mis dientes, mi voz se volvió coqueta y mi sonrisa se amplió.

Stephen se giró a verme y sonrió fugazmente, pero no lo suficientemente rápido como para no poder notarlo.

—Eres un maldito, Stark —refunfuñó y se acercó a mí con paso acelerado y una actitud desesperada.

Pasó sus manos por mi rostro y volvió a besarme, comió de mis labios como nadie lo había hecho, estaba desesperado.
Su rostro de movía al compás de su cuerpo, estaba intentando quitarse de encima las pesadas ropas del templo.
Pasé mis manos por detrás de su cuello mientras él seguía intentando liberarse de las túnicas. Maldigo a estas.
Una vez fuera de él las arrojó al suelo y con una patada fuerte y agresiva las empujó hasta la esquina de la habitación, no se percató que su otro pie estaba encima de ellas, se resbaló hacia atrás y cayó al suelo de bruses. Yo solté una carcajada.

—Aprovechando que estás ahí, ¿por qué no me haces un trabajito? —insinué retomando la iniciativa.

Stephen sonrió.
Se puso de rodillas y tomó las mías, ¿qué más podía pedir?

—Te aprovechas de la situación, ¿cierto, maldito Stark? —Mientras decía esto desabrochó mi cinturón, bajó mis pantalones hasta la rodilla y sonrió— ¿Causé alboroto?

La actitud dominante del doctor era simplemente seductora. Nadie creería que haría algo así, no parecía ser una persona que actuaría de esa manera, pero cuando se lo proponía podía hacer cosas increíbles con los labios.
Pasó sus manos por mis muslos y sus labios por mi miembro. Me acomodé en el sofá donde estaba sentado y tomé su cabello entre mis dedos. Me miró y se lo metió a la boca. Comenzó a lamer y las cosquillas que estas causaban hizo que soltara un suspiro pesado y lento. Al oír esto, el hechicero tomó iniciativa y comenzó a sacarlo y meterlo de su boca. El vaivén de sus acciones enviaban choques eléctricos a todo mi cuerpo, mis músculos se contraían y mi sangre latía por todo mi cuerpo, parecía estar enfermo.
Entre tanto dirigió sus manos hasta mi camisa y las metió por debajo, comenzó a estimular mis pezones con movimientos lentos y agradables.
Su mirada era penetrante y atractiva, me miraba por debajo de sus cejas y entrecerraba sus ojos, era tan incitador.
Luego de un rato, mis suspiros se volvían gemidos de placer y mis reacciones eran más fuertes, lo que hacía que estuviera agradecido de estar solos en el templo (Wong había salido con los demás aprendices esa noche). Cuando estaba al borde del orgasmo comencé a moverme al ritmo del hechicero, rebotando en el sofá y haciendo resonar más los resortes de este. Finalmente llegué a este y terminé en la boca de Stephen, que en vez de hacer reclamo alguno tragó el líquido con un rostro de satisfacción.

—¿Ya te cansaste? —preguntó.

—¿Me dejas respirar un poco?

Volvió a mirarme y sonrió.

—Te llevaré a donde yo quiera.

Tomó de mi camisa y me llevó casi a rastras hasta una habitación al fondo del pasillo, al parecer era suya. Su caminar era idéntico al de aquél personaje de “Harry Potter” que tanto admiraba y su forma de hablar era idéntica a la de alguien que sabe lo que hace, aunque creo que sí sabía.
Abrió la puerta y me hizo entrar, una vez allí cerró con candado y me arrojó al suelo, donde siguió lo que había comenzado.
Volvió a meter su lengua a mi boca y la movió en un vaivén desesperado, su rostro, ahora completamente exaltado, reflejaba lujuria y deseo. No podía creer que esto estuviera ocurriendo.
No tuvo cuidado, lo cual en vez de molestarme me causó placer, era agresivo y fuerte. En una posición de vaquero comenzó a moverse con decisión y fuerza, tomaba con su mano izquierda mi camisa y la otra la mantenía fuera del asunto. Sabía moverse, sabía mecerse de una manera formidable.
El deseo ferviente de tenerlo en mí era algo que no podía evitar.
No tardó poco, cuando estábamos a punto de acabar se ralentizaba y volvía a empezar, era como estar en el puto cielo.
Finalmente, una horas después, se corrió sobre mi abdomen y yo dentro de él, se dejó caer sobre mí y pasó sus brazos por mi pecho.

—Eres genial en esto —comenté casi sin aire.

—Digamos que sé lo que podría gustarle a un Playboy como tú.


Despertamos en el suelo, estábamos demasiado exhaustos como para movernos de ahí, me levanté y caminé hasta el baño, donde abrí la llave del agua y me di una ducha.
Quitarme el líquido de Stephen no fue fácil, físicamente sí, sin embargo me molestaba tener que lavarlo.
Maldita sea, me dije, ¿acaso tengo un nuevo fetiche?
Una vez que terminé salí, encontré a Stephen aún tirado en el suelo. Le di un puntapié y este despertó de golpe, dando un respingo y una mirada cansada y adolorida.

—¿Tenías que golpearme?

—Era mi turno de hacerlo.

Se levantó y me miró, volvió a verme sin prenda alguna. Caminó hasta su ropero y  sacó una playera de Guns n' Roses y me la lanzó, luego sacó un pants y también me lo arrojó.

—Yo no uso Skinny Jeans.

Salí de la habitación con cuidado, caminé con velocidad y entré a mi cuarto lo antes posible. Una vez en él salí de nuevo con paso normal y extravagante.
Stephen ya se encontraba en el comedor principal, Wong estaba sentado a su lado con un periódico en las manos.

—Se divierten mucho cuando no estoy, ¿no?

Miré a Stephen y este rió por lo bajo, miró severo a Wong y le dio un golpe en la frente.

—¿De qué mierda hablas?

—Les gusta jugar a los vaqueros, ¿no?

Maldita sea la habitación de Stephen.

—¿Creen que no los escuché? Parecían estar más que emocionados.

Tragué saliva.

Strange miró su reloj y se levantó de la mesa de sopetón. Corrió hacia el vestíbulo y abrió la puerta de la entrada.
Wong y yo lo seguimos hasta allí, nos quedamos quietos observando sus acciones. Pronto Stephen dejó de asomarse y cerró la puerta, esta vez con llave. Nos miró a los ojos a ambos y caminó de nuevo hasta el comedor.
No paraba de repetir algunas palabras en voz baja, su mirada ahora era severa y preocupada.

—¿Qué ocurre? —Me atreví a preguntar.

—Son las 8:37 a. m.

—¿Y?

—Nightmare... Es nightmare.

Miré desconcertado al mago y luego miré a Wong, que tenía la misma mirada que yo.

—“Tic, Tac, Toe, son 23 para las 9 y todo se mueve. Tic, Tac, Toe, son 23 para las 9 y ya no llueve...” —contestó.

—¡Deja de hacer eso y responde! —gritó Wong.

Stephen lo miró con desesperación y dijo:

—¿Están aquí los aprendices?

—Por supuesto —contestó el otro—, los traje aquí en la noche.

Stephen suspiró y salió corriendo, su vestimenta se transformó en la de hechicero y habló en voz baja. Corrió por los pasillos y una vez enfrente de las escaleras se detuvo, su cuerpo temblaba, su rostro palideció y sus puños se cerraron. Caminé hasta él y vi algo que no debí ver.

El grupo de aprendices estaban colgados del techo, escrito con sangre, en la pared del fondo, se encontraba la última estrofa del presagio:

“Tic, Tac, Toe, son 23 para las 9 y los estudiantes esperan la muerte.”

—✩ —

¡Hola de nuevo! ¿Cómo han estado?, Espero que bien.
He vuelto con esta historia, un giro dramático y sordo que esperaba hacer con ansias, espero sea de su agrado, un gusto saludarlos.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2023 ⏰

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