El sueño...

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Ella para él es muy, pero muy hermosa. Por no hacer de esa frase un cliché diré que cada vez que la veía sentía murciélagos en la pansa; su cabello revoloteando en el aire inspiraba al mismo otoño a seguir, los ojos eran el portal al parta a distancia hacia el paraíso que el siempre soñó, sus labios morados por el frio era perfectos para besar, con la excusa perfecta de que solo quería calentarlos. Por fin se iban a ver, a sentir, a conocer.

Estando a tan solo unos diez metros del uno al otro, después de estar a kilómetros, el sintió que no podía avanzar, sus piernas se paralizaron. La canción que sonaba en su auricular era la más hermosa de universo en ese preciso momento. La frase que escucho en esa canción lo inspiro... lo inspiro a dar unos pequeños pasos para romper esa poca distancia que aún quedaba entre ellos.

El da unos pasos y mantiene la calma, nota que ella aun no lo ha visto. Aun no nota su presencia a pesar de estar tan cerca.

—hey... hey......HEY—le grito el chico—.

Pero ella aun así no lo escucho, no nota su presencia. Intento preguntarle la hora a alguien que estaba sentado en una banca frente a él, pero este solo lo ignoro o tal vez tampoco noto su presencia.

No sabe que es lo que sucede, ¿todo mundo lo ignora o qué?... ¿acaso es un fantasma?... se sentó en el suelo, reposo su espalda en una columna y saco una caja de cigarrillos de su bolsillo, tomo uno junto con el mechero que se encontraba dentro de la caja y lo encendió, de pronto todo se volvió blanco y negro, como si de una película antigua se tratara. Miro a la chica y ella aún estaba ahí, parada, buscándolo. Aspira la primera bocanada de humo y esa chica lo mira, noto su presencia. Corre hacia él y se arrodilla.

—Me prometiste que no fumarias más—Dice la chica con una dulce voz, mirándolo a los ojos—.

No le tomo mucho tiempo para arrojar el cigarrillo al ver lagrimas caer en los ojos de ella.

Se acercan los labios al rosarlo el pierde el mundo, no le importa nada más que no volver a separarse de ella. Pero en algún momento tuvo que hacerlo. Cuando volvió a la realidad noto que ya no era lo mismo, el aún estaba con el cigarrillo en la boca, sentado en la estación del tren, de noche, bajo la luz de un foco... un gran reloj de en un edificio marcaban las 19:31 horas, pero parecían las tres de la madrugada. TIC ,TAC, TIC, TAC... escucha fuerte mente los piñones del reloj, todo se va oscureciendo de a poco, la única luz tenue que alumbra a aquel chico es la del foco que comienza a parpadear.

De pronto el foco se apaga, y comienza a escuchar una voz femenina que le es muy familiar.

—Despierta ya—Le dice esa voz femenina—, se te hace tarde.

Aturdido despierta en su habitación, un cigarrillo consumido descansa con él en la almohada, la tenue luz del monitor de su ordenador alumbra su cara. TIC, TA, TIC, TAC... vuelve a escucharlo, mira el reloj colgado en su recamara y las manecillas marcan las 19:31 Pm.

Se le está haciendo tarde para ir al colegio, se levanta de apuro, va hacia el ordenador y lo apaga sin prestarle de su atención. 


La misma luna tras el cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora