Prólogo y reflexión.

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Esta, como la mayoría de las historias, no tiene un principio. No comienza un día concreto, ni a una hora concreta, sino que las diversas razones de ser de esto se fueron desarrollando día tras día, durante un largo periodo de tiempo.

Sin embargo hay dias que, simplemente, marcan la existencia de una persona, y en ella no iba a ser distinto.


Su nombre es algo superfluo, pero es absurdo contar una historia suprimiéndolo. Se llama Denisse, pero como consecuencia de diminutivos y motes absurdos, todo el mundo la conoce como Dan. Y, como aclaración a lo que algunos habrán pensado, sí, es fácil hacer el chiste de llamarla como a las natillas. Gracias por vuestra absoluta brillantez.


Como iba diciendo, esta parte de su historia comenzó hace mucho, y no podría decidirse con exactitud cuando. Simplemente, fue un cúmulo de problemas, como hinchar una bolsa para que explote (no se a donde quería ir a parar con esa metáfora).


Sus problemas familiares, que iban cada día en aumento desde muy temprana edad, habían desembocado en un ambiente de odio y violencia, en un círculo vicioso en el que la culpa caía por unanimidad en hombros de uno u otro miembro de la familia, en el que solo había frialdad, y del que todos intentaban huír de alguna forma, a cual más insana. También les perseguía la inevitable infelicidad, lo que después empeoraba todo.


También tenía problemas propios, como la ahogante soledad en la que se encontraba. No tenía un lugar en el que estar, y nunca había destacado por su genial habilidad de conocer gente nueva. Ni por su amabilidad, ni por nada. Lo cual le llevó a quedar con gente que no era en absoluto buena para ella.


Y ahí reside su tercer bloque destacable de problemas. 'No me toques mucho que me estas cansando', 'sois todos unos idiotas', 'pues me voy a volver lesbiana'. Es decir, chicos.

Su primera experiencia (literal) con chicos, no fue nada especialmente destacable. Él era mayor, ella una completa idiota. Le molestaba mucho que él la tocara (y lo hacía mucho), pero a parte de darle algún manotazo no se lo impedía de otra forma. No es que viviera un calvario o que fuera una historia trágica, solo que no se había llevado muy buena impresión.

Pero, finalmente y a pesar de su frialdad, su timidez y los aires de superioridad que se solía dar, finalmente llegó. Esa persona, ese ''él''.


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