[Cuatro]
Aquella horrible criatura estaba por matar a tu amigo.
Sus horribles fauces se abrieron de par en par, acercándose a un ritmo alarmante hacia el cuello de Dante, quien forcejeaba por su vida contra el monstruo que lo tenía bien agarrado del brazo.
Los guardias de seguridad estaban por entrar a la habitación, mientras que tú solo rezabas por alcanzar a salvar a tu amigo a tiempo.
Lo lograrías, tenías que lograrlo...
Sonríes levemente por la crueldad de la situación, no había manera de salvar a Dante de esa bestia.
Un estruendo se escucha dentro de la habitación y te deja un poco aturdido. Sangre sucia te salpicó tanto a ti como a Dante y la criatura usó una de sus manos para cubrir una herida en su largo cuello... una herida de bala. Un segundo proyectil impacta en el amorfo pecho de la bestia, haciéndola retroceder un poco y redirigir su atención a Raul, quien en sus manos tenía un pesado revólver.
Era ahora o nunca.
Tacleas a aquel ser con todas tus fuerzas, empujándolo por la ventana de donde vino. El monstruo soltó a Dante, pero a cambio te sujetó a ti con tres de sus brazos, quería llevarte con él, y no era el único.
Otro par de manos te sujeta del hombro, y antes de que siquiera pudieras procesar lo que estaba pasando, otra mano tiraba de la manga derecha de tu sudadera. Por un momento creíste que quienes te sujetaban eran Raul y Dante; pero entonces, con la mitad del cuerpo ya afuera de la habitación, pudiste ver con claridad la escena más espantosa que habías visto en tu vida hasta ahora.
Gritas de horror al ver que no eran Raul y Dante quienes te sujetaban, sino que afuera había por lo menos seis de esas bestias deformes, trepando la pared del hotel como insectos. Ves de reojo cómo más de sus maltratadas manos se acercan a ti. El pánico te invade mientras sus dedos que se asemejaban a pequeñas dagas afiladas se clavaban en la piel de tus hombros y desgarraban las mangas de tu sudadera.
— Raul: ¡Agacha la cabeza!
Hiciste caso a la indicación de Raul y bajaste la cabeza. Una detonación se escuchó a pocos centímetros de ti y más sangre sucia junto a trozos de materia gris te salpicaron. Sentiste cómo una de aquellas abominaciones te soltaba y caía al vacío con un estruendo mientras que Raul y Dante forcejeaban para liberarte del resto de las criaturas. Otro disparo por parte de Raul derribó a la bestia que te había clavado los dedos en el hombro, y milagrosamente, la manga de tu sudadera cedió, desgarrándose y liberándote por completo.
Te metieron de vuelta a la habitación y cerraron la ventana, con la esperanza de que el vidrio aguantara aunque sea un par de segundos para pensar en qué hacer a continuación.
— Tenemos que...
Una lluvia de perdigones atravesó el ropero y por poco acribilla a Annie. Del agujero que el disparo había hecho se asomó uno de los guardias, tenía una mirada sanguinaria y buscaba nuevos objetivos a los cuales dispararle. Las bestias golpeaban la ventana con una fuerza inhumana, tras un par de golpes, ya la habían roto y estaban por entrar a la habitación.
En ese momento, te sientes como un animal que pisó una trampa para osos y que ya puede divisar a los cazadores a lo lejos. Estabas desesperado, no querías morir aún. Si arrancarte tu propia pata significaba poder huir para vivir un poco más, lo harías.
— Hay que salir ya.
Raul te mira con algo de preocupación mientras que tú miras el revólver que tenía en sus manos. El chofer solo niega con la cabeza, sabiendo que no tendría oportunidad contra ellos, pero no le quedaba de otra.
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Los límites de la cordura
МистикаUna semana antes de graduarte de la preparatoria tu instituto decide hacer un viaje a un parque temático para aliviar la tensión provocada por los exámenes finales. Sin embargo, durante el viaje sucede algo que le provoca a todos un mal presagio, la...