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Jimin decidió que tener a Namjoon era como tener el mejor compañero de habitación.

Concedido, un poco de dinero del alquiler habría sido agradable, pero Jimin sabía que era más una esperanza. Como era, las cosas estaban bastante bien.

No tenía que tener miedo de caminar a casa por la noche, porque sabía que no estaba solo.

Y llegaba a casa con alguien dispuesto a frotarle los hombros y jugar videojuegos con él, un cocinero asombroso que siempre le ayudaba a hacer la cena e incluso lavar después, aunque Namjoon nunca llegaba a comer cualquiera de las maravillosas comidas que preparaban juntos.

Finalmente pudo reorganizar su apartamento gracias a los invisibles músculos del fantasma.

Por las tardes, él pasaba el mando a distancia y dejaba que Namjoon eligiera la película y, a cambio, aquellas manos fuertes le frotarían los doloridos pies hasta que sus ojos rodaran hacia atrás en su cráneo. Esas manos invisibles eran asombrosas.

A Jimin le encantaba vivir con Namjoon, el único problema era la clara falta de privacidad.

Su apartamento era después de todo, sólo una habitación con un pequeño cuarto de baño. Nunca podía estar seguro de cuándo Namjoon estaba en la habitación con él y cuándo no lo estaba. Como resultado, había una clara falta de tiempo de calidad con su mano y eso era frustrante como el infierno.

Esos ojos estaban con él todo el tiempo. Estaba seguro de que Namjoon lo dejaba solo en el baño. Pero no podía estar 100% seguro y nunca podría relajarse lo suficiente como para hacer lo que tenía que hacer para complacerse. La idea de que el fantasma lo viera meter los dedos en su trasero para venirse era demasiado humillante para pensar sobre ello.

Como resultado, Jimin estaba empezando a ir como un loco por la frustración sexual. Era como una constante picazón que no podía rascar.

Namjoon sonrió burlonamente mientras observaba cómo Jimin se frotaba su entrepierna incómodamente mientras se vestía. Trataba de ser sutil y hacer que pareciera que no se tocaba a sí mismo. Se metió el pene en la cintura, así que parecía que no tenía un tronco mañanero.

El chico estaba caliente como el infierno.

El plan de Namjoon para meterse en los pantalones de Jimin estaba bien encaminado. Por lo general, Jimin se masturbaba al menos tres o cuatro veces por semana, era una cosita lasciva, y como su "fantasma" se había mudado, no lo había hecho ni una vez. Namjoon sabía que era sólo cuestión de tiempo. Estaba ganando a Mini para que confiara en el afecto de otras maneras y esperaba que Mini pronto pudiera  confiar en él lo suficiente como para dejar que Namjoon lo ayudará en "otra" área. Namjoon sabía que era sólo cuestión de tiempo antes de que se desesperara lo suficiente.

Oh, sí, sólo una cuestión de tiempo antes de que Namjoon pusiera sus manos en el dulce y hambriento culo de ese twink y complacer a Jimin más allá de los sueños más salvajes del chico.

Jimin bostezó y golpeó su pie mientras esperaba impaciente en la fila para tomar café. Realmente, necesitaba cafeína esta mañana. Él y Namjoon definitivamente no debieron haberse quedado despiertos toda la noche jugando a Call of Duty, pero él solo estaba divirtiéndose mucho.

Finalmente llegó al frente de la línea y abrió la boca para ordenar, pero otra voz sonó.

— Café largo, dos de cremas y cinco de azúcar —dijo el guapo barista riendo y sonriendo con suficiencia.

El nombre de Jimin ya estaba escrito en el lado del vaso en altas letras.

— ¡Oh, gracias Jungkook! —Miró al barista sorprendido. Lo aceptó con un agradecido asentimiento. Mini mantuvo los ojos apartados porque cada vez que hacía contacto visual, Jungkook le pedía que salieran.

El Trino Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora