Silencio

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La muerte, un misterio insondable que Sarah siempre se cuestionaba. Salir del cementerio le recordó lo siniestro de su presencia. Tan dolorosa y efímera como una sombra. ¿Qué es la muerte? Un enigma que solo el tiempo descubrirá.

  Llegó a su casa y tras dejar las llaves en la mesa del comedor se acercó a la ventana. Del otro lado, justo en la casa junto a la suya, vio a su mejor amiga Emma. A pesar de la distancia se podía apreciar el rojo de sus ojos, quizás por tantas lágrimas derramadas. Ella estaba igual, había tenido que usar lentes oscuros para que la luz no le molestará en sus irritados ojos.

  Tomó un bloc de hojas que tenía cerca y un marcador negro y escribió:

«¿Estás bien?», lo levantó hacia la ventana y vio como Emma escribía algo, hacía años que se comunicaban de aquella forma, en ocasiones como esa en la que si abrían la boca para hablar solo terminaban llorando, era una a ventaja.

  «Tan bien como puedo estar al saber que nuestra mejor amiga murió y yo no pude ir a su entierro a despedirla»

Sarah podía ver cómo se sentía Emma, la conocía desde hacía años. Las tres Emma, Amanda y ella habían sido inseparables desde el jardín y la agarofobia de Emma nunca las detuvo. No obstante, sabía que su amiga se sentía mal por no poder salir de casa.

«Sabes que Nanda nunca te hubiera culpado»

  «¿Lo sé? Últimamente, me cuestiono lo que sé realmente de Nanda.»

  Ella también se cuestionaba. ¿Cómo era posible que siendo tan cercana nunca se hubieran dado cuenta de que su mejor amiga estaba pasando por una mala racha? ¿Cómo no notaron los cambios? Tal vez si hubieran prestado más atención y no hubieran estado tan concentradas en sus propios problemas, Nanda aún seguiría con vida, quizás si... no, le era imposible aceptar que su mejor amiga se haya quitado la vida.

  «No logro aún creer que se haya suicidado» escribió, convirtiendo en palabras sus pensamientos.

  «Yo tampoco lo entiendo. Por eso traté de entrar en su correo, pero no tengo la contraseña para acceder a él»

«Yo si»

Dejó el bloc de hojas en la mesa y fue en busca de su laptop. Cuando la encontró volvió a la ventana en donde Emma la esperaba expectante.

Logró entrar al correo, pero luego de revisar tres mensajes que no parecían fuera de lo normal, encontró uno que le llamó la atención. Era de alguien a quien Nanda llamaba "amor", no obstante, antes de que pudiera leer su contenido, la pantalla se volvió súbitamente negra, dejando un mensaje en el centro que provocó un sentimiento de frío intenso, logrando que sintiera su piel helada y un escalofrío recorriera su espina dorsal.

   "Dejen las cosas como están o ustedes dos serán las siguientes."

   El corazón de Sarah comenzó a latir desbocado mientras su mente se llenaba de temores. Instintivamente, tomó su bloc de notas y escribió un mensaje urgente a Emma, cuyas cejas se levantaron con preocupación al ver la repentina palidez de su amiga.

  «Amanda no sé suicidó. Creo que alguien la mató»

El viento silbó ominosamente afuera y el ambiente se llenaba de una atmósfera cargada de miedo cuando las dos mujeres entendieron el significado de esas palabras. Sarah había tropezado con algo peligroso y escalofriante, algo que iba más allá de lo que imaginaban. ¿Se arriesgarían a desentrañar los misterios tras la muerte de Amanda? O ¿Por el contrario, acatarían la orden y dejaban las cosas como estaban sin investigar? Una sola mirada les dio la respuesta. Con una determinación inquebrantable, buscarían justicia para su amiga, aunque eso pueda significar que se conviertan en objetivos. Estaban dispuestas a luchar hasta el final para descubrir la verdad.



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