Candy pasó esa noche tratando de hacer que Rory entendiera, pero su ángel no la miró otra vez. Así que por la mañana tomó una decisión, sin importar cuánto sufriera Rory, haría un trato con Lauren.
Ella tendría satisfecha a Lauren y en pago esta tendría que volver a Rory una bonita novia sumisa. No quería tener que amarrar a Rory cada que estuviera en casa pero tampoco la podía dejar libre. Recordaba muy bien que cuando Shane llegara se casarían y eso sería la muerte. De Shane, de Rory y hasta de ella misma. Eso no podía pasar.
Se despertó y descubrió que Rory ya estaba despierta y alerta a todo su entorno.
―Hoy vendrá tu prima y no queremos que huelas mal, ¿cierto?
Rory abrió un poco más los ojos al entender lo que Candy decía, negó tratando de rodar lejos de ella. Pero Candy volvió a montarse encima.
―Mi querido ángel, ¿realmente crees que dejaré que recibas a la visita en estas fachas?
Rory levantó las piernas haciendo que Candy perdiera el equilibrio y cayera al suelo. Entonces trató de rodar para intentar ponerse de pie. Candy fue más rápida, se volvió a montar en ella y le dio una fuerte bofetada.
Rory pudo notar el sabor de la sangre en su boca. Se quedó quieta.
―No quería llegar a esto, pero debes entender que eres mía, eres mía muñeca ―le susurró mientras le dejaba besos por toda la cara y el cuello― eres mía muñeca. Ahora debemos limpiarte.
Candy se bajó de la cama y se acercó a una mesa que se encontraba en la esquina de la habitación. Rebuscó en sus cajones. Rory no podía ver que era lo que revolvía en el mueble.
Candy dio media vuelta y le mostró lo que había encontrado.
Unas filosas y enormes tijeras.
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Eres mía muñeca
Short StoryNadie sabe lo que tiene hasta que alguien lucha por robarlo.