¿Qué había llevado a dos personas tan dispares a relacionarse de ese modo? Podría ser la combinación de muchos factores: su alianza por un objetivo en común, la firme determinación de la venganza, las ganas de sobrevivir así fuera abrazando unos muslos, la decisión de ser un dúo imparable... o simplemente fue todo un gran golpe de suerte; una de esas casualidades de la vida en la que algún poder superior pensó que sería divertido ver a esos dos enrollados más allá de lo indescriptible.
Sea como fuere, Mobei-Jun y Shang QingHua habían ido a extremos impensables uno por el otro: el demonio consideró no asesinar al humano, preocupándose por él sinceramente; y el humano había arriesgado su vida varias veces por el bienestar del demonio. A donde fuera Shang QingHua, la silenciosa presencia de Mobei-Jun lo acompañaba. Cuando el rey del Desierto del Norte necesitaba algo, Shang QingHua ponía a su servicio la brillantez de su ingenio y los recursos a su alrededor para poder lograr su objetivo.
Sin importar lo difícil que fuera todo, ambos se apoyaban uno en el otro, confiaban lo suficiente el uno en el otro, hasta el punto de poner sus vidas en las manos del otro.
Era un golpe de suerte, uno que agradecían hasta el infinito.
