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↳˳⸙;; ❝ mockingbirdᵕ̈ ೫˚∗:

como un gato...

es su primer pensamiento, al ver al chiquillo de unos doce o trece años ser sujetado del cuello de la playera por mikey, quien le sonríe macabramente. específicamente lo había llamado a él, esa misma tarde, luego de la reunión de la pandilla, para detrás de unas paredes oírse susurros algo altos, y después, aparecer su presidente; sujetando al pobre chiquillo, inmóvil y aparentemente enojado.

no sabía definir si quería reír o preguntar qué sucedía.

— él es sanzu. — presenta mikey, sacudiendo al muchacho que solo siseó molesto y pataleó. — cómo podrás ver... no es fácil de controlar. y seré directo mucho, tengo muchas responsabilidades como presidente de la tokyo manji, y tú eres el hombre más pacifista que conozco, así que...

oh no...

— es todo tuyo, no puedo cuidarlo yo sin que se meta en problemas, ni mucho menos mantenerlo a un lado mío sin que quiera golpear a alguien. te confío que podrás mantenerlo tranquilo en la quinta división, junto a ti. — ¡vaya, si hasta ya estaba dentro la pandilla! — nunca hace caso, pero tranquilo, se llevarán bien.

les juraba que no le había dado tiempo de hablar cuando sanzu ya estaba frente a él completamente solo... si desobedecía a mikey le iría mal, así que lo más prudente era acatar la orden de "mantener controlado" al niño. pero el chico en cuanto sintió ser libre de la mano del rubio, salió disparado a escapar, sin ser capaz de predecir que el hombresote calvo lo cargaría como costal de papas.

— bien, "sanzu", acá debemos de conocer cosas básicas mocoso. — no sabía ni a dónde iban... — y si voy a ser tu maldito niñero, mínimo debo conocerte.

cuando se dió cuenta estaba hecho bolita en el sillón de un restaurante en la que había sido llevado en contra de su voluntad.

no lo mal entiendan, no estaba tan enojado con el tipo gigante, él solo hacía su trabajo, sin embargo; su corazoncito dolía de haber sido lanzado como vil animal abandonado al cuidado de alguien que estaba seguro tampoco quería cuidarlo y solo lo hacía por obligación. él quería mucho a mikey, pero pues al parecer, el rubio no parecía necesitarlo tanto.

después de todo... siempre lo trataron como animal.

ninguno hablaba, el hombre parecía más ocupado en su celular en lo que llegaba la mesera, y él más concentrado en rascar por debajo de la mesa su piel, quemándola por la fricción, sintiendo ansiedad recorrer cada vena y células de su cuerpo, inquieto. se removía no mucho en mismo lugar, y se planteaba tratar de volver a huir, aunque seguramente le iría mal si lo agarraban, otra vez.

llegó una bonita mesera dispuesta a tomar la orden.

— para mí será un ramen, y una soda... y para él...

sanzu negó sólo con la cabeza, indispuesto a hablar. tenía hambre pues llevaba unas treinta horas sin consumir más que agua para engañar el hambre.

— una malteada de vainilla y un sándwich. por favor. — habló por él, el calvo no parecía ser mala persona, aunque le sacaba una cabeza y media de estatura y se notaba ser mayor que él de edad. — empecemos por presentarnos, sanzu... mi nombre es yasuhiro mutō, me llaman mucho y soy capitán de la quinta división de la tokyo manji, tengo dieciséis años...

— ... — sanzu no sabía qué decir ni qué hacer. ¿responderle? — me llamo sanzu... — primera mentira, pero le daba igual. — tengo... trece años. — su voz era baja, se sentía cohibido.

tampoco es como que mutō se sintiera muy cómodo con la situación, ¿cómo pasó de ser un capitán a ser una niñera? se centró por primera vez en esos momentos que llevaba conviviendo con sanzu en su rostro.

su cabellera era curiosa, era albino, pues era rubia tan clara llegando casi a un blanco, sus pestañas eran tupidas y largas, y hacían juego con su cabello al ser del mismo color, que era largo, su cara era delgada, y... dos rombos sobresalientes adornaban su boca que yacía en una forma casi de un puchero, ni siquiera las había notado.

el niño era muy lindo como para esas cicatrices, que solo verlas le dolía a él.

— ¿qué te pasó en la boca? — fue directo.

el menor solo centró su mirada con la de él, incomodando, pues sus ojos azules tan claros con un ligero toque verdoso, parecían analizar su alma.

— no me gusta el tómate, no quiero el sándwich. — habló luego de unos tortuosos segundos. había cambiado el tema.

— no me importa, lo comerás, y responde mi pregunta.

el menor seguía malditamente inexpresivo y eso comenzaba a frustrarlo ¡y él en general era igual! sin embargo, su rostro maduro y de alguien mayor no se comparaba a la delicadeza del niño frente a él que movía bajo la mesa inquieto sus brazos haciendo quién sabe qué, suponía que jugaba con sus manos.

— no quiero que usted me cuide, soy lo suficientemente autosuficiente. — murmura, molesto. mutō suspira pesado al ver que el más chico no está dispuesto a responder, saliendo de ahí le compraría un cubrebocas, no quería ver esas cicatrices.

¿cómo un niño podía lucir tan... triste?

tampoco es como si él haya tenido una vida muy fácil, pero había algo en esos grandes ojos que le hacían querer saber más y saber como lidiar con él, para llevar la fiesta en paz. por que por lo que veía, era desconfiado, y malditamente escurridizo, parecía lombriz.

llegó la comida, y sanzu por fin levantó las manos dispuesto a tomar de la malteada de vainilla.

él por otro lado analizaba todos los movimientos del preadolescente, notó que no jugaba con sus manos bajo la mesa, se estaba lastimando. interrumpió la acción del menor tomando bruscamente su brazo, y revelando la piel desprendida y roja al vivo producto de "quemaduras" causadas al rascar.

— suélteme. — murmuró el menor, sintiendo ira al sentirse invadido y sobretodo; en peligro.

— ¿te acabas de hacer eso?

— no le importa.

mutō lo soltó, hablar con ese chiquillo era jodidamente imposible, frustrado pero decidido a descubrir quién era sanzu, continuó con su comida. y para cuando él ya acababa, el albino ya se había acabado la malteada pero el sándwich no estaba ni a la mitad.

— ya llené. — habló.

— ¿y cómo no? si tomaste la malteada primero y rápido. te lo llevas a tu casa y allá lo comes.

sanzu nuevamente se encogió en su lugar, y asintió.

mutō pagó la cuenta, y al parecer, parecía indispuesto a dejarlo solo, que metiche.

— te llevaré a tu casa ¿dónde vives?

— déjeme en el parque, ahí... pasarán por mí.

— ¿tienes hermano-?

— no. — ni siquiera había acabado de hablar cuando ya había respondido con evidente molestia. — mikey... pasará por mí. — ya era la cuarta mentira que sanzu decía, y si mutō se las creía o no le daba igual.

mutō frunció el ceño, sabía que no, que manjiro no pasaría por él. por que por algo lo había dejado con él, como si lo hubiera abandonado, ese niño... estaba solo.

— iremos a mi casa, escuincle. — habló el mayor, tomando de la muñeca como forma de impedir que el chiquillo saliera huyendo. — mikey no vendrá por ti. — y caminó algunas cuadras más arrastrando al niño, quien iba con la cabeza agachada, y él, inmerso en llegar a su motocicleta, no prestaba atención a la expresión de sanzu.

sin embargo... sanzu estaba llorando, por que en efecto; nadie iría por él.

↳˳⸙;; ❝ mockingbirdᵕ̈ ೫˚∗:



se dan cuentq de q me tomé MESES para dejar d escribir pero literalmente a las semanas de pasar el peor momento d mi vida posiblemente, ya me pongo muy inspirado, m odio.

mockingbird ;; musanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora