2. GIA

5.8K 247 18
                                    

Era final de curso, en Madrid ya empezaban a subir las temperaturas, y eso significaba muerte lenta y dolorosa. Era insoportable pasar el verano allí, quizá porque sabía lo que era pasar los veranos en Altea y no tenían nada que ver con eso. Una ciudad de rutina y ajetreo, mientras que en la otra se respiraba calma por todos lados. Y el olor a mar revive a cualquiera...

Hace cuatro años que dejamos de ir a nuestra casa de Altea, y os juro que no hay casa más bonita que esa. Mi familia no es millonaria, pero sí tiene suficiente dinero como para vivir con cualquier tipo de lujo que quisiera. Mi padre dirige una empresa muy importante del país, y mi madre... Bueno mi madre vive la vida, dejémoslo ahí.

El trabajo de Evan, mi padre, empezó a crecer hace cuatro años, y eso significaba que ni en verano podía descansar. Hubo momentos que estaba tan centrado en el trabajo que se olvidó de todo lo demás. Por desgracia, hace unos meses pasó lo que nos temíamos que iba a acabar pasando. A mi padre le dio un infarto hace tan solo seis meses, el nivel de trabajo que había llevado durante muchos años era desmedido. La vida decidió que no era su momento de dejarnos, pero sí su momento de pisar el freno, retomar la tranquilidad en su vida, y sobretodo, empezar a delegar en su trabajo para poder llevar al menos una vida normal.

Mi padre estaba a medias en el trabajo por lo que había pasado con su salud, digamos que había aflojado la marcha, y se dedicaba mucho más tiempo a él y a su familia. La verdad que renunciar a veranear en Altea fue un palo muy duro, aunque mi madre estaba encantada con esa decisión. Por la parte que me tocaba, la playa era mi infancia, mi felicidad, mi vía de escape de cada año, mi desconexión favorita para olvidar Madrid aunque fuera solo durante dos meses. Y no os voy a mentir, había otra razón de peso, exactamente con seis letras.


Sonó el despertador a las 05:30h de la mañana, un viernes 24 de Junio. ¿También odiáis ese maldito sonido de despertador que emite el Iphone?, menuda tortura. Era mi último examen del curso y la verdad, necesitaba ya que terminara ese día porque me iba a pegar un tiro.

El colegio me iba realmente bien, no os voy a engañar, pero después de tantos meses de madrugar y estudiar, teníamos todos muchas ganas de verano. Biología no era de mis asignaturas favoritas, pero sí podía decir que se me daba bastante bien. No sé en qué momento decidí meterme a ciencias, pero es un error del que me he arrepentido todos los días durante este curso.

Este examen daba el pistoletazo de salida a las vacaciones, y estaba deseándolo. La verdad que aún no tenía planes claros, supongo que Aina, Cleo y yo, organizaríamos algún viaje para poder desconectar de Madrid aunque fuesen solo diez días. Pero cerca, porque aún seguíamos siendo menores. Lo último que me imaginaba que iba a pasar era lo que sucedió aquella mañana, cuando bajé a la cocina a desayunar. Por supuesto, después de estar una hora y media repasando todo el temario del examen, el cual estaba segura de llevarlo todo bajo control.

Primero escribí un mensaje por el mejor grupo de amigas que se podía tener, 'LAS SUPERNENAS'. Aquello formaba parte de mi rutina mañanera.


GIA:

Hola amiwitas, ¿cómo va ese estudio?, os juro que estoy deseando que acabe ya este curso, ¡¡porque se me está haciendo bola!!

CLEO:

¡GIAAAAAAAAAA QUIERO LLORAR! He apagado el despertador que puse a las 5, y anoche no aguanté más. Por favor rezad por que no salgan los temas 6 y 7 porque no me ha dado tiempo a estudiármelos... ¡¡¡Cómo suspenda me van a matar!!! Y sobre todo, si suspendo no vamos a poder irnos de viajecito veraniego...

AINA:

Cleo tía, ¿en serio te dejas para el último día dos temas?, ¡no aprendes! GIA TE AMO AMOL MIO. Venga chicas que es el último examen, y VERANOOOOOOO. Nos vemos en una hora. OS LOVE.


Las conocía tanto que podía imaginarme con qué tono estaba hablando cada una al enviarme cada mensaje.

Dejé el móvil en la cama con una sonrisa. Sabía que Aina se sabría todo al dedillo, hasta los textos que había debajo de las imágenes. Yo era buena estudiante, pero sin duda Aina no tenía rival. Cleo era el desastre en persona, siempre dejaba todo para el último momento, pero siempre tenía suerte, la verdad que no era nada tonta, al revés, ¡¡¡era muy vaga!!! Sinceramente no sé la razón, pero siempre conseguía aprobar, esperemos que esta vez no sea la excepción.

Bajé con un sabor agridulce. Por un lado sabía que empezaba el verano y estaba deseándolo, este año había sido un gran cambio, el nivel de estudio había subido muchísimo y lo había conseguido llevar con éxito, hasta ahora. Por otro lado, sabía que ese examen lo tenía que aprobar sí o sí, no había dudas de todo lo que había estudiado, pero ya sabéis, hacer un examen siempre significa nervios.


-- Buenos días mamá, buenos días papá. – les dije, dándoles un beso a cada uno en la mejilla, y bastante espabilada ya que llevaba despierta una hora y media.

-- Buenos días preciosa. – dijo mi padre con una sonrisa de oreja a oreja que me resultó de lo más sospechosa. No por la sonrisa, él siempre sonreía. Sino porque escondía algo raro, algo que quería decirnos.

-- ¿Cómo llevas el examen de hoy Gia? – preguntó mi madre muy seria, la verdad que el tema estudios para mi madre era muy importante. A pesar de ser mi padre el gran empresario, ella era la que siempre me exigía al máximo, supongo que quería que triunfara en la vida como él, y si os soy sincera, aún no sabía ni qué estudiar. Aún tenía dieciséis años, quedaba mucho para tener que tomar esa decisión.

-- Estupendamente. Me sé todo, lo he llevado bastante organizado, así que estoy nerviosa, pero contenta. – dije con una seguridad que ni yo misma me creía. Pero que sonó muy convincente. – Estoy deseando que sean ya las tres de la tarde y poder decir que se acabó el curso. Necesito verano. ¡Necesito desconectar de Madrid pero ya! Seguramente hagamos un mini viaje Aina, Cleo y yo, me apetece muchísimo pisar la playa, sentir la arena en mis pies y escuchar el sonido de las olas. – afirmé, imaginándome ese momento tan placentero mientras me echaba mi habitual batido de chocolate y tostaba pan, para después echarle aceite y sal. Muy básico, pero no soy de desayunar mucho.

-- Precisamente de las vacaciones quería hablaros yo. – soltó mi padre, sin ningún tipo de preámbulo. – He estado pensando y no acepto un no por respuesta, porque lo necesito. Sé Abril que has hecho planes con tus amigas, pero esto es más importante. Necesito desconectar y aquí no lo consigo. Aún sigo llevando un estrés en el día a día a pesar de estar trabajando mucho menos, necesito desconectar al 100%. -- dijo mi padre en un tono serio y preocupado, pero con el que soltó la bomba de las bombas. – Haced las maletas porque nos vamos a Altea en una semana.

-- ¡¿A ALTEA?! – estaba casi llorando de felicidad, me levanté, o mejor dicho, salté hacia mi padre a darle una abrazo. Nada me hacía más ilusión que volver a mi paraíso, a mi casa, a mi hogar veraniego que tanto amaba y echaba de menos. – Papá dime que esto es verdad, porque me quiero pellizcar y saber que no estoy soñando.

-- Sí Gia, te lo prometo. Necesitamos desconectar, y dónde mejor que allí. Es nuestro paraíso, donde vamos a pasar un verano espectacular, nos lo merecemos. – mi padre con esta última frase miró a mi madre que se había quedado totalmente callada, sin palabras, sentí entre miedo e intriga de qué se le pasaba por la cabeza, pero al final habló.

-- Evan, sabes que ya tengo todo el verano organizado, ¿no podías avisarme antes? – me sorprendió mucho la reacción de mi madre tan quejicosa, mi padre lo había decidido así porque lo necesitaba, pensaba que ella también echaba de menos Altea, que querría lo mejor para él. También sabía que mi madre adoraba Madrid, su vida ajetreada y sobre todo, su vida social. Pero esta vez, tendría que aguantarse.


En una semana volveríamos a Altea. En una semana volvería a ver a Oliver.

Agárrate fuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora