Capítulo 1

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Camino sola por las calles escuchando Linger - The Cranberries en mi ipod, esta canción la amaba con mi vida, siempre la encontré muy excitante y dark, pero hasta hoy nunca me había fijado en la letra de la canción. Un pésimo día para notarlo. Pero así es la vida ¿no?,  se encarga de poner todo a la vista cuando antes solo veías borroso. Con el frío calándome los huesos pensaba en lo desgraciada que me podía ver en ese momento: toda empapada con el maquillaje corrido y posiblemente con el pelo hecho un desastre. No me importaba nada.

Probablemente mi temperatura corporal estaba bajo lo normal, apenas sentía los dedos de los pies y para colmo una briza heladísima me golpeaba la cara. Miraba hacia abajo para evitar el viento en mi rostro y pensaba en lo rara que se iba poniendo la vida mientras uno crecía. Desearía poder estar en la escuela de nuevo donde la mayor preocupación era pasar los exámenes con buenas notas o encontrar algún panorama para salir con mis amigos.

Amigos ¿dónde están ellos? Ah sí, Andrea, mi mejor amiga de la infancia, se encontraba de vacaciones con su familia en Buenos Aires, este año se había graduado de la universidad por lo que sus padres la sorprendieron con un lindo viaje al sur del mundo. Cualquiera diría que salir de vacaciones a tus 22 años con tu familia suena aburrido y controlador, pero no es el caso de ellos, se divertían demasiado juntos, tanto que yo lo llegaba a considerar extraño. Con su hermano se llevaban por dos años y su hermana por tres. Juntos salían de fiesta y lo pasaban fenomenal, y lo digo por experiencia propia porque yo solía salir con ellos a beber desde que había cumplido dieciocho años.

Estaba perdida en mis pensamientos cuando empecé a sentir unas pisadas cerca mio. Eran muy pequeñas y apenas las escuchaba pero las podía oír por el leve chapoteo que hacían sus pies en el asfalto mojado. ¿En serio?, ¿mi día aún podría ser peor? maldije por lo bajo la mala suerte que tenía. Ahora alguien me estaba siguiendo y solo me faltaban unos metros para poder llegar al departamento. Al diablo con todo, no pienso que un extraño me asalte o me haga algo peor. Empecé a caminar rápido y miré hacia atrás para ver a mi oponente de frente.

Paré en seco. No había nadie. Miré hacia la calle del frente pero estaba vacía. 

¿Qué demoni...?

—¡AY!, pero qué mierda —me doy vuelta rápidamente y me inspecciono el tobillo donde ahora tengo un pequeño rasguño, luego dirijo mi mirada al pequeño perro peludo que está sentado mirándome, casi como si quisiera que lo felicitara por morderme.

Lo miro de patas a cabeza y me doy media vuelta, no pienso hacerle caso. No tengo ni el tiempo ni las ganas de tener un perro pulgoso en mi apartamento. Apuro el paso para poder entrar a la recepción de mi edificio.

Por fin llego a mi piso donde puedo quitarme mis botas y lanzarme al sofá. ¿Cómo es que no me dí cuenta? Ya sé que la mayoría de las veces tengo un pie en la tierra y el otro en las nubes pero estoy segura de que hacíamos una excelente pareja, es decir, nos entendíamos perfectamente, salíamos de fiesta, a veces juntos, a veces por separado, siempre nos apoyamos en todo. ¿Qué pasó entonces? Mi querida y fastidiosa hermana irrumpe mis pensamientos al entrar por la puerta, vivo con ella (lamentablemente).

—Abriiiiiiiii-i-i-i-il... —ay dios, esto es malo, conozco ese tono en su voz. Y solo cuando quiere conseguir algo utiliza mi nombre con sonidos melodiosos.

—No, no, no y nooo, sea lo que sea que quieras. No estoy de humor para salir o cocinar ni para ver una de tus películas románticas —le digo antes de que empiece a soltar sus planes para la noche.

—No quiero hacer nada de eso, es solo que... ¡mira lo que me encontré en la calle! —suelta de sopetón.

Antes de darme la vuelta ya sé qué es lo que se encontró. Entre sus brazos está el perro peludo de afuera, se ve bien acurrucado y dormido. —Sabes lo que pienso de los animales en casa Jo ¡Dios! saca esa cosa de aquí, se llenará todo de pelos y pulgas.

—Pero Abril míralo, es una ternurita —me dice mientras inclina el perro a unos escasos centímetros de mi cara—, yo me encargaré de todo, lo juro.

La miro con cara de aburrimiento.

—Además...—ladea la cabeza de un lado a otro, pensando en algún argumento con el que derribarme— además yo también pago parte del alquiler, tengo derecho a traer lo que se me da la gana al departamento.

Dicho esto, da media vuelta y se encierra en su habitación. En un día normal iría tras ella y la haría entrar en razón pero por hoy ya he discutido con muchos idiotas. No me malinterpretes, no es que odie a mi hermana, es solo que ella es demasiado irresponsable, con suerte se acuerda de lavar su ropa. Pero estoy decidida a no ayudar en esto, ya tiene que madurar y hacerse responsable de sus actos. A pesar de ser dos años menor que yo, es como si tuviera diez años más que ella, la mayoría del tiempo estoy limpiando sus desastres.

Entre Abril y MayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora