El diario de un Suicida

El inicio del final

Hay estaba yo.

De nuevo sola.

En silencio. Un silencio ensordecedor. 

Sangraría por los oídos de no ser por el sonido de mi llanto.

Siento que todo da vueltas. Mi cabeza va a explotar.

Después de que veo que mis sabanas tienen manchas rojas me levanto de un salto, miro la hora y corro por unas nuevas y las tiendo, dejando las anteriores en la lavadora.

Al entrar en la ducha veo como las gotas de sangre corren por mi brazo, sin embargo lo dejo a un lado de mis pensamientos. Abro la llave y me poso debajo del chorro de agua que parte mi espalda en dos por la baja temperatura.  Lavo mi cabello y todo mi cuerpo. Al momento en que la mezcla de jabón con agua baja por mi brazo todo mi cuerpo sufre en un ardor inmenso. Pongo mi brazo debajo del chorro del agua y siento un escalofrió por toda mi columna. 

En el espejo veo el mismo reflejo de siempre, la misma persona de hace tres años, con las mismas heridas en el corazón. Tratando de ocultarlas con heridas en mi cuerpo. Mi mente juega con migo. Ya no se que hacer. Quiero desaparecer pero no soy lo suficiente valiente para acabar con todo... Los problemas, los pensamiento, las palabras, las demás personas, mi pasado... Mis recuerdos.

Mis recuerdos, que me llevan a ese lugar, siempre, sin olvidarlo un día. El día en el que todo se fue al piso. Como un gran espejo que se rompe al contacto con el piso. Esos trozos de cristal están dentro de mi corazón y corren por mis venas. 

Hay fue cuando me di cuenta que el inicio del final. De mi final. Era inevitable. 

Ya estaba rota, nada lo podía arreglar. Ya las personas en las cuales me refugiaba se habían ido.  

El transcurrir de los días era cada vez más débil, cada vez mas efímero. Mis pensamiento que llegaban como espuma a la superficie. Se iban como la niebla en la noche, con el viento. 

Nunca me conocieron en verdad, todo era una mentira, la sociedad era una mierda. Una mierda en la que me ahogaba día tras día. 

La lista de psicólogos era larga. Ninguno llego al punto exacto de mi dolor.  Ese dolor tan cortante que ni yo entendía.