O1: sueños

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Le siente lo rasposo de los labios secos junto a su cuerpo tibio y algo sudoroso, mientras escucha su nombre vestido en esa voz profunda. Se gira sobre la cama y las pestañas se le despegan. Entonces puede sentir las sabanas heladas debajo suyo, ver las paredes blancas —que de repente le parecieron apercancadas—, y al cabo de unos segundos anonadado, el pecho le duele un poco.

Al ser consciente de su entorno, su primer pensamiento es «esto siempre sucede». Un intento vago y desganado de buscar consuelo consigo mismo, uno que claramente no encontró entre las palabras vacías que solia repetirse como un monólogo cada vez que se encontraba en la misma situación.

Toma asiento sobre el borde de la cama, pone los pies sobre la cerámica y la piel desnuda de su torso se eriza al hacer contacto con el frío. De pronto le dan ganas de llorar. Jongin siempre fue llorón, de corazón sensible, como el de un adolescente que recién experimenta lo que es verdaderamente crecer. Un par de gotas de agua salina se le acumulan en el lagrimal y con el centro de los dedos se presiona y restriega los ojos hasta solo dejar un vestigio borroso de penurias sobre los párpados.

Se levanta y aunque -por la poca vergüenza que le queda- no lo admitiría, busca con la mirada alguna nota en su cuarto, o en la cocina, tal vez en el baño, en el menor de los casos busca alguna prenda o un algo que le diga "volveré". No hay nada; los platos, las toallas y las cortinas cerradas, todo sigue igual tal como si nada hubiese sucedido, entonces no puede evitar sentirse algo idiota por su propia decepción. Así como tampoco puede evitar creer que quizás todo fue un sueño. Todo. Bueno, solo el todo que engloba la noche anterior.

Jongin tiende a divagar en silencio, y es justamente lo que hace mientras se prepara el desayuno y tiembla por el desabrigo, a pesar de que está acostumbrado.

Permite juzgar si es que quizás no está siendo algo delirante, pues con un mínimo de esperanza sigue buscando algún rastro de él por el apartamento, incluso alguna partícula de su perfume en el aire o un "deberíamos comenzar de cero" que le haga llorar nuevamente. Kyungsoo siempre le dice eso, y le convence pese que no haga mucho esfuerzo por hacerlo. Aquello sucede cada cierto tiempo, a veces dura tan solo un día, otras semanas, pueden pasar meses hasta que todo se derrumbe y le diga lo mismo. Esto ya ha pasado doce veces, Jongin lleva la cuenta, a pesar de que no sabe por que lo hace. O sí.

¿Cuántas veces se puede trizar un corazón y sobrevivir?

Va hasta el baño para tomarse una ducha, mira su cuerpo en el espejo y algunas marcas le dicen a ciencia cierta que lo de anoche no fue solamente un sueño. Se baña con agua tibia, se queda más tiempo del que debería refregándose el cuerpo con fiereza, dejando zonas de su piel irritadas y enrojecidas. Cuando termina se medio arregla antes de salir de su pequeño apartamento alquilado y se encamina hasta el café del que su hermana es dueña, aprovechando su día libre para ayudarle y de paso, despejar su pobre mente presa de la autodestrucción.

El medio día se basa en estar detrás del mostrador con delantal beige, tomando órdenes, recibiendo dinero, entregando boletas y fabricando distintos tipos de café a máquina los cuales odia con todo su ser. Observa a mucha gente pasar por esa puerta transparente, a las familias prematuras, las parejas, los amigos y los solitarios. Piensa que mas tarde debería llamar a Sehun para salir a comer y si se da, beber un poquitito.

—Debo salir durante un rato, ¿puedes quedarte, Jongin? —dice su hermana a su lado. Es una mujer amable, un poco más alta que el promedio, de voz dulce igual que la suya y un carácter por ratos demasiado formidable. Muchas veces suele preguntarse si es que sus hermanas mayores no robaron del vientre de su madre la poca fortaleza que debió corresponderle a él en algún momento.

—Estaré bien, ve tranquila —le sonríe y ella le imita. Son aterradoramente parecidos si de fisionomía se hablaba.

Al rato en reemplazo de su hermana llega esa muchacha escuálida que viene únicamente esas veces que alguien más hace falta, trabaja poco y gana poco. Cuándo lo ve no trata de disimular la felicidad que siente y se apresura hasta él, le saluda y Jongin por simple educación le corresponde. Había olvidado su nombre hace mucho, de hecho fue el día después de verla por primera vez, mas ella no perdía la ocasión de llamarle por su nombre y sacarle algún tema de conversación aleatorio. Jongin no lo diría porque jamás sería capaz de herir a alguien a proposito, pero realmente estaba cansado de verla y escucharla. Desde el primer instante el interés de ella por él fue obvio, pero prefería hacer oídos sordos y fingir que no se daba cuenta, pues no tenía ni un poco, de interés en ella. Era hostigosa, no de un tipo parlanchina, sino uno más sutil que le hacía ponerse nervioso de una mala manera. Era linda lo admitía, tenía el pelo oscuro y la piel clara de aspecto suave, pero no estaba ni cerca de su tipo. Y para ser sinceros, Jongin no desea conocer a alguien más en este momento de su vida.







poison: kaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora