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Los ojos azules de Max se volvieron llenos de lujuria y adoración cuando dije esa última palabra, pero no hizo nada, dejándome con las ganas

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Los ojos azules de Max se volvieron llenos de lujuria y adoración cuando dije esa última palabra, pero no hizo nada, dejándome con las ganas.

Me coloqué de puntillas para besarlo, sin embargo, el dejó caer su cabeza hacia atrás. Bueno, me conformaría con su cuello. Mis brazos se deslizaron tras su espalda usándolo como punto de equilibrio para mantenerme en puntillas sin caerme, me apegué más a él, su aroma a café haciéndose más intenso y un gruñido bajo se escuchó cuando besé su manzana de adán. Luego hice todo mi esfuerzo para besar su mandíbula y empecé a de descender a su cuello nuevamente. Arrastré mis labios hasta la unión de la curvatura de su cuello y hombro y enterré mi cabeza ahí embriagándome con su olor.

ㅡ Sergio, cariño, basta, no quieres hacer esto.

En realidad, todo en mí lo quería. Mi omega y todo yo. ¿A quién le mentía? Estar así con Max era lo que más quería hacer desde el día en que lo conocí, sólo que solo ahora lo aceptaba. Convenciéndome a mí mismo que lo odiaba por haberme quitado lo que yo había logrado con esfuerzo cuando en realidad deseaba fundirme en sus brazos. Tal vez sólo odiaba que un Alfa me hiciera sentir todas esas cosas cuando me prometí a mí mismo que nunca me iba a dejar dominar por un Alfa.

Pero ahora me valía mierda todo.

Di un pequeño brinco y él por acto de reflejo pasó sus grandes manos por debajo de mis muslos mientras yo enrollaba mis piernas en sus caderas. 

Ahora sí tenía la altura suficiente para besarlo y no perdí tiempo para hacerlo.

Pegué sus labios con los míos de manera brusca. Yo gemí y el gruñó, sin pensárselo dos veces Max correspondió mi beso y su lengua hizo acto de presencia. Mordió, chupó y lamió todo a su paso ocasionándome un sinfín de sensaciones en mi cuerpo y cuando se separó, su lengua dió una última probada por encima de mis labios.

ㅡ Mierda, Sergio, sigue así y tú culito va a pagar las consecuencias.

Me las arreglé para formular la respuesta.

ㅡ Esa es la idea.

Caminó hacia atrás conmigo en sus brazos, como si conociera cada lugar de mi habitación cuando esta era la primera vez que había entrado.

Cuando entró a mi dormitorio, giró sobre sus pies y ambos caímos sobre mi cómoda cama, él sobre mí sin aplastarme.

Max alzó mi espalda separándome de la cama con el fin de sacarme su chaqueta y arrojarla por ahí. Con urgencia se las arregló para sacar su camisa y la mía quedando, probablemente, en el mismo sitio que la chaqueta.

Se inclinó hacia a mí dejando un camino de besos desde mi cuello hasta mi abdomen semi marcado, y luego un poco más abajo. Sus grandes manos despojaron mis pantalones junto a mi ropa interior de un solo tirón. Parecía desesperado, ansioso y expectante a lo que sucedería después.

Mi miembro totalmente despierto fue complacido con la lengua experta de Max llevándome hasta la locura. Mis gemidos inundaron todo el lugar con sus gruñidos de acompañamiento creando una sola armonía para mis oídos.

ㅡ ¿Necesitas prepararte?

Yo negué con la cabeza. Mi cuerpo se había lubricado lo suficiente para tomarlo completa sin la intervención de dedos previos, incluso mi entrada estaba ansiosa por sentirlo dentro mío.

Max volvió hacia mí rostro para besarme, sus labios tomaron los míos con cierta dulzura inexplicable, sin ningún rastro de morbosidad entre el beso.

ㅡ Voy hacerte mío, Sergio. ¿Quieres que te haga mío?

Asentí, mis manos viajaron hasta sus pantalones desabrochándolos hasta que estuvo como dios lo trajo al mundo al igual que yo.

ㅡ ¿Sí qué?

ㅡ Quiero que me hagas tuyo, Maxie Emilian.

ㅡ Quiero que me hagas tuyo, Maxie Emilian

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