Ahí estaba yo, tumbada en la cama, procesando toda la información recibida en las últimas horas. Repasaba mentalmente todo lo que tenía que llevarme, todo lo que me gustaría hacer, digamos que mi cabeza no paraba de hacer planes.
Les escribí a mis amigas, todavía no les había dado la noticia y no sabía exactamente cómo se iban a tomar que no nos fuéramos a ver en dos meses. Tras haber salido del examen, estaba claro que Cleo suspendía, por lo que el viaje que íbamos a hacer quedaba automáticamente suspendido. Me sentí un poco culpable por sentirme aliviada, pero saber que Cleo suspendía y que el viaje no se iba a poder realizar, me hacía sentirme mejor. El viaje no se realizaría por varios factores, no solo por mi culpa, llevábamos hablando de hacer ese viajecito un montón de meses, si se llega a cancelar porque yo me voy a Altea, me hubiera sentido fatal. Y sinceramente, entre esos dos planes tenía muy claro cuál elegía, o mejor dicho, a quién.
GIA:
¡¡Chicas, tengo noticias!!
Escribí muy contenta, estaba totalmente excitada ante la noticia. Con ocho años fue mi primer verano en Altea, estuvimos yendo durante cuatro largos y maravillosos veranos. Cuando cumplí doce mi padre nos dio la mala noticia de que no podíamos ir ese verano e intentaríamos ir al siguiente, pero pasaron otros cuatro horrorosos veranos en los que no me podía aguantar la pena que sentía al no poder regresar. Media mitad mía, mis sentimientos, se quedaron en Altea, y no precisamente en la ciudad en sí.
CLEO:
Hola caraculos. Estoy ahora mismo en el cine, ¡pero cuenta ya!
Adoraba a esa chica, éramos amigas desde los tres años. En realidad las tres estábamos unidas desde bien pequeñitas al entrar al colegio. Ambas sabían todo lo que me había ocurrido durante mi vida, todo.
AINA:
Venga Gia pesada, ¿¿qué pasa??? No te hagas de rogar si lo estás deseando...
GIA:
En 6 días vuelvo a Altea.
Lo solté. Ellas sabían lo que significaba para mí aquella ciudad, y lo que significaba volver.
AINA:
Júramelo, ¡¡tía!!
Podía escuchar el tono de mongola que estaba empleando en esa frase.
AINA:
Me jode porque eso significa no verte en TODO el verano, pero se lo que significa para ti, y estarás deseándolo, ¡¡PERRA!!
GIA:
Ay chicas, me da mucha cosa volver. Tengo muchísimas ganas de entrar por esa puerta, de ver el mar, amanecer allí... Pero, ¿seguirá Oliver?
Mientras escribía esto último mi corazón se encogió. No sabía qué iba a pasar, ¿qué haría si lo veía frente a frente?, ¿se acordaría de mí?, yo no me había olvidado de él, eso era imposible. Con sólo pronunciar su nombre se me aceleraba el corazón.
CLEO:
¡¡¡No te creooooooo!!!, me das una envidia... De pensar que vas a pegarte el verano de tu vida y nosotras aquí en Madrid.... Te odioooooooo.
Sabía que el tono de Cleo era totalmente en broma, así era ella, pero era un amor.
CLEO:
Es broma amiwita, disfruta mucho y no te preocupes por nada, recuerda nuestra palabra mágica. ¡FLUYE!
Esa palabra hacía muchos años que se había convertido en nuestro mantra principal. Siempre que nos ocurría algo que nos ponía nerviosas, inquietas, o simplemente nos causaba cierta preocupación, todas decíamos mentalmente 'FLUYE'. Desde que lo hacíamos estábamos orgullosas de nuestras decisiones. Si nos dejábamos fluir era porque de verdad queríamos hacer eso, no había margen de error (o eso creíamos siempre).
GIA:
Bueno chicas voy a seguir con la maleta, OS LOVE, mucho.
Escribí y dejé el móvil sobre la mesita que tenía al lado de la cama.
Cuando dejé el móvil no pude evitar abrir el cajón, tenía una caja turquesa, una caja que compré años atrás en una tiendecita de Altea, una de las muchas que había. Ahí guardaba todo tipo de recuerdos, recuerdos que sentía tan míos... La caja era la típica pintada a mano, llena de conchas y caracolas pegadas, la verdad que era preciosa. Empecé a mirar todo lo que allí guardaba. Muchísimas conchas que había recogido en diferentes momentos del verano. Fotos con mis padres en nuestra casa de Altea e incluso fotos tomando mi helado favorito. Y allí estaba 'la foto', aún recuerdo esa noche, tan solo tenía ocho años y la recuerdo como si fuera ayer. ¿Qué tenía ese niño, para que con tan solo ocho años yo hubiera confiado tanto en él como para irme sin saber a dónde iba? Me quedé observando la foto un buen rato, obviamente con una sonrisa y cierta nostalgia. Qué guapo era, cuantísimo lo había echado de menos desde el día en que me fui. No sabía qué había sido de él. ¿Seguiría siendo el niño inocente y bueno que había conocido con tan solo ocho años?... Estaba segura de que sí. Lo que no sabía, era que estaba un poco equivocada.
Guardé la foto y metí mi preciosa caja en la maleta, tenía que seguir metiendo recuerdos y ya había llegado el momento.
Estuve un buen rato recopilando todas mis cosas, para así terminar la maleta y por fin cerrarla. Me tuve que sentar encima para que cerrara, pero todo controlado. Me tumbé en la cama y me quedé pensativa mirando al techo. Mi casa de Madrid era espectacular, estaba a las afueras de la ciudad y era una casa enorme, no me podía quejar. Pero tenía que reconocer que estos dos meses no la echaría en falta.
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Agárrate fuerte
RomanceGia es una chica madrileña enamorada de Altea, una ciudad alicantina donde veraneaba cuando era pequeña. Allí vive Oliver, el chico que jamás ha podido sacar de su cabeza. Bajo una noche de perseidas hicieron una promesa, y ella la incumplió, no reg...