Capitulo 14

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Diego me lleva en brazos a quién sabe dónde en contra de mi voluntad. No me molesto en gritar, de todos modos no me bajaría, en vez de eso, me concentro en su enorme trasero, que se movía una y otra vez al caminar. Le doy una palmada en el trasero sin pensar antes en lo que hacía.

En respuesta él hace lo mismo. Pego un pequeño grito sorprendida y avergonzada.

Roberta: ¡Diego! - chillo.

Diego: ¡Roberta! - dice con una voz chillona, tratando de imitar la mía.

Pongo los ojos en blanco.

Roberta: Soy chica, y eso fue irrespetuoso.

Diego: Y eso feminista. No es justo que tú me puedas tocar el culo pero yo no a ti - arrastra las palabras haciendo berrinche.

Roberta: Culo es una palabra muy fea - comento en voz baja.

Diego: Tienes razón, el tuyo está tan bonito que tendré que inventar una nueva palabra que cumpla todas sus cualidades - dice. Mis mejillas no tardan en tomar un tono rojizo.

Roberta: ¿Cómo es que haces algo para siempre ponerme incómoda? - pregunto exagerando un poco en algunas partes.

Diego: Yo soy como soy, ya es cosa tuya si te pones incómoda o no.

Roberta: He hablado con muchos hombres y créeme cuando te digo que ninguno de ellos me pone incómoda.

Diego: Pues tal vez debas irte con uno de ellos.

Roberta: ¿Qué quieres decir? - pregunto molesta.

Espero haberlo malinterpretado, pero en mi cabeza la palabra "puta" resonaba una y otra vez.

Me deposita suavemente en el suelo.

Diego: Que tal deberías irte con uno de esos chicos en lugar de estar conmigo - gruñe a escasos centímetros de mi cara.

Roberta: ¿En lugar de estar contigo? Tener algún contacto contigo es lo que menos quiero - alzo un poco la voz.

Diego ¿Entonces por qué no te largas? - grita sobresaltándome.

No respondo, alzo la mano y la estrello contra su mejilla. Admito que la mano me duele ahora, pero no me concentro en eso.

Roberta: ¡A MÍ NO ME GRITAS! - grito mucho más fuerte que él antes de darme la vuelta, golpeándolo en la cara apropósito con mi cabello y dirigiéndome a mi casa.

Llego a mi casa, entro y subo corriendo las escaleras hasta mi habitación. Diego ya me tenía harta.

Mia ya me tenía harta.

Todos me tenían harta.

Azoto la puerta y pego una almohada a mi cara, a continuación, grito contra ella lo más fuerte que puedo para saciar mis ganas de golpear a alguien. Suspiro, cosa que hacía mucho últimamente. Mañana era viernes, sólo necesitaba verlo mañana antes de un ligero descanso. Estaba decidida a no hablarle más, ni a él ni a Mia. Haría nuevos amigos, hombres y mujeres. Cambiaría mis clases, así el tema de los amigos sería más fácil, porque mis compañeros no me agradaban mucho. Prefería a alguien serio, que fuera como yo: alguien con quien pueda discutir de libros, hablar seriamente de chicos, que esté segura que sí es mi amiga, o sólo alguien extraordinariamente ordinario.

- Así que, ¿quieres cambiar todas tus clases? - pregunta la secretaria de la escuela, mirándome sorprendida.

Roberta: No todas. Sería, más bien, todas las horas, pero conservaré algunas de mis clases, sólo que me toquen en diferente momento. ¿Se podrá? - pregunto esperanzada.

- Sí, creo que sí. Pero las que no podrás cambiar son español y álgebra.

Roberta: Pero, ¿sí la hora?

- Sí, las demás tienes derecho a escoger las que desees - me sonríe cortés - Llena ésta hoja con las materias que quieras, que la firmen tus padres, me la traes y el lunes ya podrás comenzar con tu nuevo horario - me entrega varios papeles y sé que esa es la despedida.

Agradezco y me retiro.

Hoy vine más temprano a la escuela para cambiar mi horario, así la operación: "Adiós, Diego" comenzaría lo antes posible.

Comencé a llenar los espacios vacíos del formulario con las materias que quería, las cuales tenían que ser nueve, diez contando deportes. Escribí español, álgebra, biología, química, historia, artes plásticas, filosofía y como taller para puntos extra, música; colocando al inicio y al último siempre las materias más fáciles: filosofía y álgebra.

Lupita: ¿Cambiarás tus clases? ¿Por qué? - pregunta sentándose a mi lado.

Roberta: Tengo las mismas desde segundo grado, es hora de cambiarlas - respondo encogiéndome de hombros.

Lupita: Dime la razón.

Roberta: - pongo los ojos en blanco - Ya me harté de todos, es eso, ¿contenta? - pregunto sarcástica.

Lupita: Hoy todos están insoportables - murmura para si misma.

Roberta: ¿Todos? ¿Quiénes son todos?

Lupita: Tú, Mia, Sean, Josh, Sandy, Tim, Sarah, Tamara... - se calló de repente, pero no le presté mucha atención.

Roberta: Mañana harás la 'fiesta semanal', ¿cierto?

Lupita: Como siempre - responde obvia.

Roberta: ¿Crees que podrías... presentarme a alguien? - pido tímida.

Lupita: - sonríe de oreja a oreja - Por supuesto, conozco a un chico morocho que te encantará - me guiña un ojo.

Roberta: ¿Cómo se llama?

Lupita: Miguel Arango.

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