3 | ᴀᴄᴛɪᴏɴ!

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El frío se apoderaba de su cuerpo en la madrugada, la tela porosa de sus medias no cubría demasiado. Se incorporó sintiéndose perdido al mirar a su alrededor, con un quejido se despegó del colchón, caminando después adormilado hasta su habitación. Tomó una playera grande y cómoda que se colocó para después meterse debajo del suave edredón, en un par de horas se preocuparía por arreglar su desorden.

—¿En dónde carajo dejé mi celular? —mascullaba por la mañana, buscando el aparato debajo de cada trapo y objeto que se encontrase en el camino.

Se le había hecho tarde.

Había olvidado programar su alarma, ya eran casi las ocho. Tuvo una hora para ducharse y correr hacia la parada del autobús, tomaría el almuerzo más tarde. Había encontrado el dispositivo entre las almohadas de su cuarto para grabar, apenas contaba con batería, esperaba que fuera suficiente para ir y regresar de la escuela. Se sentía lleno de efusividad, ni siquiera recordaba lo que había pasado en la noche, no hasta que estuvo de pie en el campus y logró ver al profesor Borja caminando directo hacia él. Se escabulló hacia los baños del último piso pensando que había logrado escapar, cuando estuvo ahí: suspiró.

—Qué idiota, de todas formas, tengo clase con él. —murmuró golpeando su cabeza suavemente contra el muro. —supongo que entre más rápido lo enfrente, más pronto pasará la humillación. —Se miró al espejo, tomando un poco de agua en sus manos para refrescarse el rostro. Se dirigió a la salida y, cuando abrió la puerta, se encontró con una escarlata mirada posada sobre él. "¿Por qué a mí?" pensó en tanto sentía hasta las orejas calentarse. —A-ay..., buenos días, profe. —balbuceó antes de morderse el labio inferior. Frotando sus brazos, dio un paso hacia atrás, el corazón retumbando frenético contra su pecho.

—No sabía que eras un chico tan vulgar, Alexis. —musitó cerrando la puerta detrás de él.

"¿Vulgar?" pensó, sus cejas frunciéndose y la boca haciendo un puchero en desaprobación. Sí que lo era, pero no le gustaba la forma en que su profesor había saboreado la palabra entre sus labios.

—Yo no sabía que usted era un hombre tan pervertido, —espetó alzando la barbilla, intentando no sentirse así de pequeño e intimidado ante la sínica risita de Borja. —es decir, masturbarse viendo y pensando en su pobre e indefenso alumno...—chasqueó su lengua tres veces, negando también con su cabeza. —no me parece muy adecuado, a decir verdad, suena bastante impropio que usted- —el castaño avanzó dos pasos, mientras que el otro los retrocedió por inercia. —¿Qué está haciendo?

Se sentía temblar como gelatina, aunque a los ojos de Luzuriaga, éste lucía como un exquisito flan servido especialmente para él; dulce y acaramelado, con un toque de suavidad que, imaginaba, haría llegar su paladar al éxtasis. Le apartó unos cabellos rebeldes hacia los lados, deslizando los dedos hasta la barbilla de su delicioso postre, quien yacía de pie frente a él, ojos sorprendidos y labios de fresa entreabiertos. "Mataría por probarlos". Guio el pulgar al inferior, apenas acariciándolo. No podía, joder. Sabía que, si comenzaba, no podría detenerse hasta culminar. El aire caliente del suspiro que había lanzado el muchacho erizó su piel. Alejó la mano como si la respiración le quemase, persuadiéndose de no terminar por lanzarse, aunque los habilidosos brazos del joven atraparon su cuello, acercando peligrosamente ambos rostros. Tenía uno de los besos más deseados de su vida a escasos centímetros, podía saborearlo al mezclar su exhalación.

El sonido de una alarma en el bolsillo del pantalón los despertó del trance.

—La clase —balbuceó al sacar el aparato, haciendo un ademán de alejarse.

Stream: ON | Luckity AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora