𑄝 Prólogo 𑄝

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Felix juró que sus párpados estaban a punto de cerrarse: una sensación de cansancio y somnolencia se apoderaba del cuerpo del muchacho.

Levantó los ojos en dirección al reloj que colgaba sobre la pizarra en la que su profesor de física garabateaba alguna fórmula, a la que Felix no prestaba la menor atención, con una letra temblorosa y fea a la vista.

Las agujas marcaban las 15:30, media hora más y estaría fuera de aquel infierno de escuela. Pensando en cómo ocupar el tiempo restante sin aburrirse, Felix decidió hacer lo que más le gustaba, que era mirar al chico del que estaba enamorado desde hacía más de un año: Seo Changbin.

Felix ni siquiera recordaba cómo se había enamorado de él, simplemente había sucedido. Tal vez había sido una consecuencia de muchas pequeñas cosas que habían sucedido: desde que se había hecho daño y Changbin se había ofrecido a llevarlo a casa a cuestas, desde que le había saludado aquella tarde en que se lo había encontrado en la biblioteca y habían acabado hablando todo el rato, o tal vez desde que Changbin le había ayudado a estudiar matemáticas y por fin había sacado una buena nota.

Felix admiraba todo de Changbin: desde su personalidad, un poco introvertida pero siempre dispuesta a ayudar a los demás, hasta su humor sutil, pasando por su dedicación a los estudios, porque Changbin era muy buen estudiante y, por último, pero no por ello menos importante, su aspecto: era un tipo delgaducho y frágil que se escondía en sudaderas y pantalones enormes, y Felix pensaba que era condenadamente hermoso.

Felix empezó a trazar los rasgos faciales de Changbin, que estaba sentado dos filas de pupitres por delante de Felix; de hecho, éste se sentaba a propósito más atrás en los pupitres que Changbin, para poder observarle mejor.

Su mirada pasó de su pelo negro, claro y liso, a su perfil: sus ojos, dos rendijas negras que no mostraban ninguna emoción, salvo concentración por la lección, en Felix totalmente ausentes. Luego pasó a observar su nariz respingada: le parecía extremadamente linda, casi como si fuera un caramelo.Por último, su mirada se posó en los labios del chico, esos labios que tanto deseaba besar, pero que tal vez nunca besaría.

Todavía concentrado en admirar a Changbin, Felix se dio cuenta de que el chico en cuestión se había vuelto en su dirección, mirándole a los ojos y, de la forma menos incómoda posible, Felix esbozó una sonrisa, pero ésta se desvaneció cuando se dio cuenta de que toda la clase le estaba mirando y de que su profesor de física estaba de pie delante de su pupitre.

- Lee, ¿qué estás mirando? ¿Has tenido un visón acaso?

- No... es decir, yo...

- No hay excusas, está castigado: se quedará aquí conmigo dos horas después de clase, así que quizá la próxima vez preste atención a mi explicación, ¿entendido?.

Felix asintió, pero sintió que se moría por dentro: lo único que no necesitaba en absoluto eran otras dos horas sentado en aquel maldito pupitre.

Sonó el timbre y todos los alumnos salieron de clase. Changbin también recogió su mochila y salió, quedándose un momento en la puerta.

- Hola Felix, buenas tardes.

El corazón del chico empezó a latir más rápido y se rió. - Gracias, a ti también.

Al oír esto Changbin sonrió y salió del aula.                                                                                            Sólo esta breve conversación bastó para levantar un poco el ánimo de Felix, que se dispuso a hacer los deberes.

Felix comprobó cuánto tiempo quedaba: sólo diez minutos. El chico ya había hecho todos los deberes y repasado algunos temas, así que decidió dedicar los minutos que le quedaban a mirar a su alrededor: los mapas, los carteles que colgaban de las paredes, y luego fijó la mirada en un objeto que Changbin tenía debajo del mostrador: un cuaderno.

Era un simple cuaderno amarillo A5 que Felix había visto muchas veces en la mano de Changbin, pero el chico siempre lo guardaba con cuidado y nunca había entendido que era.

La voz del profesor volvió a llamar su atención.

- Lee, hemos terminado, espero que te haya servido de lección.

Felix asintió, levantándose y saludando al profesor. Sin embargo, para salir del aula, el chico pasó junto al pupitre de Changbin y deslizó el cuaderno dentro de su mochila abierta, tal vez solo por la curiosidad.

Felix volvió a casa a paso ligero y se encerró en su habitación.

Se sentó en la cama, apoyó la espalda en el cabecero y sacó el cuaderno de Changbin de su mochila. Dudó un momento antes de abrirlo y luego se decidió.

Letras del abecedario, palabras y pensamientos.

Seo Changbin.

Era la única letra que destacaba en medio de la primera página, en bolígrafo azul, con esa caligrafía que Félix conocía demasiado bien.

Felix se armó de valor.

Y pasó la página.

Y pasó la página

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⏰ Última actualización: Nov 08, 2023 ⏰

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