prólogo

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Anneliese


Cuando tenía cinco años, mis padres se habían divorciado. Por ende, yo y mi madre nos fuimos a vivir con mis abuelos.
Fueron tres años exactamente los que estuvimos con ellos.

Ese año mi madre se había vuelto a casar.
Se había escapado con un Gitano de crianza. Aquel hombre nunca me agradó.
Tampoco es como que haya tratado de ser muy amable conmigo.

Durante su boda, Mientras estaba escondida detrás de un sofá para que nadie me viera, estaba oyendo todo lo que decían las personas de allí, y a los gitanos de mesa. Escuchaba como mí familia decidía lo que iba a hacer conmigo. Mi tío, que estaba en la mesa. Había demandado que yo me quedaría con él. Y así fue. Mí madre tampoco había echo o dicho nada para que no sea así, así que yo me había ido con mí tío y su familia.

Y no me quejaba de nada en todos estos años con mí tío nunca me faltó nada y ni tampoco se me niega algo. Ser casi la única chica en la familia era una ventaja en eso.
Digamos que soy la consentida de la familia. Mis dos tíos siempre cumplen cualquiera de mis caprichos. Y mi única tía era mi confidente.

Había crecido con todos mis primos, y claro con los Klein. Los tres hijos de Perhan Klein
El inseparable amigo de Mirko Roussel.
Ellos habían sido amigos desde la adolescencia. Cuando decidieron terminar con la enemistad que tenían sus dos padres.

Sus años de amistad lo había echo quererse como hermanos. Eran socios en todos sus negocios y se confiaban todo.

Desearon que sus hijos tengan su misma amistad. Y los criaron para que se quieran como hermanos y sean leales entre ellos.
Y así fue, lo chicos siempre estaban juntos en todas partes, dónde estaba uno estaban todos. Y claro, yo en su momento cuando era pequeña también era muy pegada a ellos.

Pero con el pasar de los años, ya no era lo mismo. Al menos no como antes. Ya no estábamos juntos las veinticuatro horas del día. Y supongo que era algo normal. Ellos siempre estaban con sus "cosas de chicos".
Y yo no estaba incluida en eso.

Hubo un momento donde no todos estaban juntos. Cuando cumplí quince años. Eros, el mayor de los hermanos Klein. Se había alejado de todos. De sus hermanos, sus amigos e incluso de sus padres. Nadie sabía exactamente porqué. O es lo que me decían o me hacían creer.

Un mese después de qué él se había alejado de todos, fue a verme. Se había colado a mí habitación. Estaba destrozado,
Estuvo toda la noche llorando y diciendo que todo era su culpa. Que todo lo que había pasado era por culpa de él.
Al día siguiente cuando le pregunté que era lo que había pasado, él simplemente me dijo que no era nada importante. Y simplemente se fue. Y luego de eso, él venía a verme todas las noches, y algunas veces durante el día.

Y allí fue cuando me trajo al tigre albino.
Fueron los seis meses más felices y divertidos de mí vida entrenando al hermoso tigre con él.

Pero un día, de repente. Me había levantado con la noticia de que él se había ido, con su madre al otro lado del mundo.
Nunca me dijeron con exactitud donde.
Pero admito que la noticia me afectó.
Y demasiado, con el pasar del tiempo.
Para pasar por alto el echo de que le echaba de menos. Me había aferrado al hermoso animal que él me había obsequiado.

Y fue así, hasta que tres años y medio después. Mientras estaba pasando por el pasillo, escuché a mi tío en su despacho.
Hablando por teléfono con el tío Perhan.
Le estaba diciendo que tenían que venir una noche para celebrar que al fin, su hijo mayor y su esposa habían vuelto.

Fue algo demasiado rápido. No estaba preparada para esa noticia, a decir verdad.
Creo que nunca hubiera estado preparada para saber que él, había vuelto.

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