Tres

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Amante hipócrita

Kim Seungmin pov:

Cerré mis ojos respirando agitadamente. Sus caricias sobre mi rostro me sentaban mal, ni siquiera tenía la fuerza suficiente para verlo a la cara y pedirle que se marchara de mi casa, de mi vida y de mi mente. En este preciso momento, Hyunjin significaba un error para mi, uno catastrófico que pone en tela de juicio todo lo que hasta ahora he aprendido...

Su tacto quema mi piel. Aprieto los labios y me siento miserable, mientras mi estomago se estremece de ansiedad, nervios y preocupación. Extrañamente me invaden unas inmensas ganas de llorar y hundo mi rostro en la almohada con fuerza, sintiendo como mi mundo se desquebraja poco a poco dejándome caer a un vacio infinito e incierto. Repentinamente Hyunjin se sienta sobre la cama, le miro de soslayo y con fuerza y frustración pasa sus manos sobre su espesa mata de cabello, desordenándolo de manera dolorosa, comenzando a jalarlo.

Frunzo el ceño y me limito a observarlo en completo silencio, siendo solo un espectador de aquel extraño acto de frustración que se apodera de él a una velocidad alarmante. Segundos después sus inquisitivos y molestos orbes buscan los míos, y juraría que los vi resplandecer de un intimidante tono rosa fluorescente por al menos un milisegundo, pero aquello es estúpido.

-¡Eres un maldito mentiroso! -Brama retándome con la mirada-. ¿Cómo mierda pudiste hacerle eso? -Retrocedo instintivamente, como si creyera que está a punto de golpearme.

Su voz es imponente, atronadora y solo puedo apartarme de él por acto reflejo, sintiendo bajo mi mano como aplasto mi móvil. Lo sujeto con fuerza y levanto la vista, notando que el cuerpo me punza, me duele y siento debilitarme. No entiendo de que va su puto reclamo, pero su incesante mirada no se aparta ni un segundo de la mía, taladrándome con desaprobación.

-¡¿De qué mierda hablas?! -Grito a la defensiva.

Tan ágil como una poderosa pantera, se acerca y me toma del brazo, jalándome bruscamente hasta que mi rostro queda a centímetros de él, quien sujeta mi barbilla con brusquedad. Me ve exhaustivamente, mientras mi piel se eriza. Siento miedo, pero obtengo el valor suficiente para apartarlo e intento golpearle la cabeza con el celular que aun sostenía en la mano. Frustrantemente sostiene mi muñeca y me tumba en la cama posicionándose encima de mí.

-De Minho -sisea con odio-. ¿Cómo mierda has podido engañarlo?

-¿Qué? -No entiendo nada, me remuevo sintiendo como su musculoso cuerpo me aprisiona cada vez con más fuerza contra el colchón-. No lo engañe... ahora ¡suéltame maldito perro!

Sus facciones se relajan, pero sigue mirándome con seriedad. Estúpidamente mi cuerpo tiembla cuando su rostro se acerca al mío quedando a escasos centímetros, ladeo la cabeza y sus labios rosan el lóbulo de mi oreja estremeciéndome de una forma escalofriante e intimidante.

-Nunca creí que el prometido de mi hermano fuera una puta ramera... y no te preocupes, me asegurare de que nunca te vuelvas a acercar a él.

Me paralizo y contengo la respiración cuando su agarre disminuye, alejándose lentamente. Finalmente se incorpora y se pone de pie comenzando a recorrer el cuarto para juntar su ropa, poniéndosela con tranquilidad, como si no hubiera pasado nada, como si no me hubiera amenazado en mi propia casa. Un enorme nudo se forma en mi garganta, los ojos me arden y con fuerza sostengo el móvil en mi mano -el cual nunca solté- apretujándolo mientras me siento y lo observo con coraje.

SEXØ CASUALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora