Apenas aquel ruidoso despertador dió inició a una nueva rutina, sobresaltó de forma brusca a aquella chica de tez pálida y cabellera negra, que descansaba plácidamente bajo el edredón gris, color que era protagonista de toda su habitación.
- Demonios - murmuró pasando las manos por su rostro y rescostándose en el respaldo de la cama. Levantarse de esa forma la mareo bastante. Luego de saber dónde estaba ubicada exactamente, miro su despertador con desgana.
5:45 am
Se quitó con flojera el edredón de encima, bajando sus largas piernas de la cama e inmediatamente soltó un quejido por el frío. Acostumbraba a dormir solo con una camisa dos tallas más grande que ella, hiciera el frío que hiciera, jamás dormiría de otra forma. Se puso sus pantuflas de gato, cabe aclarar, que estos eran grises también, amaba ese color. Encendió la luz de su mesita de noche, aún estaba todo obscuro y no veía casi nada. Se levantó ignorando con mucho esfuerzo las ganas de volverse a acostar e ignorar el hecho del por qué estaba despierta a esas horas.
Estaba por iniciar su quinto semestre, justo hoy volvía a la universidad, luego de un mes de vacaciones, dónde, por cierto, no disfruto una mierda. Se la paso día y noche estudiando, preparándose para este nuevo semestre, según dicen, cuando vas por más de la mitad, las cosas se ponen peores, ella apenas y soporto los cuatro semestres. Esos tres años fueron un infierno, añadiendo que aún le falta un año y medio para culminar su carrera de criminología.
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- Buenos días, mamá - saludó con media sonrisa entrando a la cocina, las tostadas se podían presenciar desde su habitación, consiguiendo que se apresure y baje para deleitarse con las tostadas de su madre.
- No entiendo que tienen de buenos - gruñó su madre, aún dándole la espalda.
- Vaya, al parecer alguien no amaneció de buenas, ¿Tengo que recordarte que soy yo la que va a la universidad? - levantó una ceja esperando respuestas de su madre, aunque ya sospechará la razón de su malestar, quería oírlo por su propia boca. Magda, su madre, soltó un suspiro pesado, dejando lo que estaba haciendo y dándose media vuelta. Miró a su hija con una sonrisa débil, su hija siempre fue hermosa, y cada día lo estaba aún más, le da nostalgia verla hecha toda una mujer - Tus cambios de humor, a veces me asustan, ¿Sabes? - ambas soltaron pequeñas risas, su madre negó lentamente aún sonriendo.
- Lamento lo de antes, Liesel - se sinceró. Magda siempre ha sido una madre comprensiva, empática, fuerte, graciosa, juvenil y con una educación meramente sana presente, sabía cuándo y como disculparse, reconocía sus errores y se sinceraba con su hija. Liesel siempre supo que su madre era única, muy pocas veces ves a una madre actuar como ella. La consideraba su mejor amiga, sinceramente.
- Tranquila, mamá - se acercó a ella para darle un apretón a su hombro - ¿Quieres que te ayude con esto? - señaló las tostadas y la mermelada sobre la mesa, su madre asintió mientras se quitaba el mandil sobre su cabeza. Mientras le ponía mermelada a las tostadas, la chica de ojos grises no pudo evitar pensar en el malhumor de su madre, ¿De verdad su padre no volvería para su cumpleaños? Era más que obvio que esas eran las razones del humor de Magda.
- Ronald no podrá venir - susurró su madre, lo hizo cuidadosamente, sabía que a su hija no le gustaba cuando su esposo ponía su trabajo por encima de su propia familia, pero poco podían hacer. Liesel detuvo sus movimientos por segundos, para luego seguir en lo que hacía.
- Ya lo sabía, es el tercer cumpleaños que se pierde, ¿Por qué este sería de repente la excepción? - soltó con burla, aunque no lo pareciera, no le importaba, ya se había acostumbrado a estás situaciones. Dejo las tostadas sobre la mesa y miró a su madre, está parecía entristecida - Mamá, estoy por cumplir veinte y en unos días me mudaré ¿Crees que me importa si el está o no? Mi cumpleaños es lo qué menos me emociona en estos momentos. Así que, dejemos este tema de lado y desayunemos juntas, como siempre ha sido, recuerda que en unos días ya no podré acompañarte - le regalo una sonrisa reconfortante para luego abrazarla, sabía que ese tema era algo delicado para su madre, aún no asimilaba por completo que su no tan pequeña hija se mudaría.
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Cuando el destino parece incierto
RandomEl camino de cada una parece ir en rumbos completamente diferentes, pero eso no evitará que logren conocerse Será imaginación de ellas, o ¿Realmente hay sentimientos que ninguna acepta? El amor ciega, dicen, pero para ellas, el miedo es la venda