Cápitulo 1

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Era una calurosa mañana de verano, como cualquier otra. El sol brillaba, los pajaritos cantan y una suave y agradable brisa entraba por la ventana de Mia, una joven de 17 años. Mia se levantó, y después de desayunar, decidió dar un paseo. Al ser fiestas en su ciudad, había muchos mercadillos y mucha gente también. Los bares estaban llenos de buen ambiente y eso alegraba a cualquiera. Cruzo por el parque, por el centro, por las afueras... Según ella, caminar era de lo más relajante que había, a parte porque en las afueras había más tranquilidad. Más tarde, después de su paseo matutino se dirigió a su casa ya que era la hora de comer.
Lo que no se esperaba es que su abuela no estuviera en casa, pero al ver que la lista de la compra estaba en el suelo, pensó que había ido a la compra.
Después de unos intentos tratando de llamarla, seguía sin señales de ella. Se empezó a preocupar así que decidió volver a salir a la calle para ver si la podía encontrar.

Hacía mucho calor, de echo el sol calentaba tanto que había muy poca gente en la calle. La buscó por toda la ciudad, pero no hubo suerte. Entonces, volvió a la casa, cansada de correr de un lado a otro, hambrienta y con la esperanza de que su abuela estuviera en casa.

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