27: Decisions

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—¡Baji!

Kazutora se tropezó con la maleza del mal cuidado jardín, Rindou se acercó y lo ayudó a ponerse de pie. Gracias a la pelea, ambos tenían heridas en sus rostros, aunque ahora iban descubiertos. Habían guardado sus armas de la vista ajena, pero las tenían lo suficientemente cerca para sacarlas en cualquier minuto.

—Hombre, mira por donde pisas.

—Lo siento —dijo Kazutora haciendo una mueca—. Se ve una mierda.

—Claramente nadie es jardinero por estos lugares —comentó Rindou viendo con mala cara el jardín—. ¿De verdad crees que Baji se ocultó por aquí?

—No lo sé —suspiró Kazutora, cansado—. ¿Dónde más? Ya revisamos todo el interior del edificio, solo nos queda esta cosa que me niego a llamar jardín

Kazutora dio una mirada despectiva al lugar: la maleza seca llegaba hasta sus rodillas, pero era tan tupida que era difícil observar por donde pisaban y lo poco se veía, el suelo estaba lleno de grietas. Se dirigían a una especie de casucha maltrecha, que estaba a varios metros alejado del edificio central. Era un aspecto desolador, digno de las construcciones abandonadas que mostraban en las películas de terror.

—Quizás se alejó de aquí —razonó Rindou, tratando de no reír ante la expresión indignada de su compañero—. Es decir, todo el mundo disparaba y ellos ya habían sido heridos...

—No me pongas más nervioso —dijo Kazutora haciendo una mueca y volvió a caminar con desconfianza por el lugar.

Rindou lo siguió en silencio. Les costaba avanzar, más de una vez tuvieron que detenerse para desenredar sus piernas y la verdad es que sentía que no se acercaban a la dichosa casucha. Rindou sinceramente no creía que Baji estuviese en aquel lugar, pero en vez de enfadar a Kazutora, prefirió dirigir la conversación hacia otra orientación.

—¿Qué harás ahora que se acabó?

—¿De qué hablas? —dijo Kazutora, parpadeando confundido.

—Bueno, Valhalla ha caído, ¿no? —dijo Rindou, calmado mientras intentaba desenredar una de sus piernas—. Y con eso, la ToMan se transforma en los dueños absolutos de las pandillas, nadie es rival para nosotros, por lo que, bueno, si alguien se va...

—¿Dejar la pandilla? —dijo Kazutora deteniéndose para voltearlo a ver con sorpresa—. ¿Estás hablando en serio? ¿Por qué harías algo así?

—Por Souya —contestó Rindou con sinceridad, dejando de forcejear con la maleza para sostenerle la mirada.

—Debes estar bromeando...

—No lo hago.

En otras circunstancias, Rindou se hubiera burlado de la expresión perpleja de Kazutora, pero creyó que no era el momento.

—No quiero que él esté obligado a esperarme cada vez que salga de misión, como las familias esperan a los soldados... Souya no merece eso, él es un chico dulce y cariñoso y ha hecho más cambios en mí de lo que cualquiera imagina... quiero ahorrarle esa angustia... y quizás sea difícil tener una vida normal, lejos de lo que conozco, pero quiero hacerlo.

—Entiendo —dijo Kazutora asintiendo—. Si te soy sincero, aún no sé muy bien qué hacer con mi vida —movió la cabeza y suspiró.

—¿Y qué pasa con Inupi? ¿Tienen algo? —Rindou se soltó y volvió a caminar.

—Sí —asintió Kazutora—. Pero él tiene cosas personales que atender, no sé este seguro de tener algo más serio conmigo, ya sabes, como Souya contigo.

¦ Kisses with a taste of Death ¦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora