Prólogo

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Narra Tankhun:

- ¡Te digo que eso va arriba! ¡Súbelo más! ¡Ayúdame o quítate!...

- ¡Tankhun, cálmate! ¡Mierda! ¡Actúas como si el presidente fuera a venir a nuestra casa! Solo es Kim. - Me regaña Kinn porque le grité.

- ¡ES QUE TÚ NO ENTIENDES! - Me apreté el cabello como queriendo arrancarlo. - Todo tiene que salir perfecto, de otra forma... - Cerré mi boca en ese instante.

- ¿De qué otra forma qué? ¿Qué estás escondiendo Tankhun Theerapanyakul? ¡Conozco esa expresión de diablo inocente que siempre planeas poner para que yo no te descubra! - Se acerca a mí y me señala con su dedo.

- Yo no oculto nada. - Mi voz salió más aguda de lo que quería y salí corriendo del lugar mientras Kinn me gritaba que iba a descubrir mi secreto.

Pero, no puedo; Macao me confío su más grande secreto, su más grande tesoro, básicamente donde ha ocultado su amor durante casi nueve años, por miedo a ser rechazado. Es más, aún recuerdo cuando lo descubrí, casi tuve que amenazarlo para que me dijera la verdad, y después de una larga súplica, logré que me contara la verdad.

Hace cinco años:

Kim siempre fue un estudiante destacado, a pesar de que venimos de una familia mafiosa, que tiene armas, dinero y literalmente el mundo a nuestros pies, mi hermano quiso estudiar. Todo iba bien, mantenía una relación muy estrecha con Macao, nuestro primo y hermano menor del peligroso Vegas Theerapanyakul, quien no se toca el corazón para matar a cualquiera a sangre fría.

- ¡ME VOY A ESTADOS UNIDOS!...

Un día, Kim llegó a casa gritando y saltando, contando a todos los vientos que había conseguido una beca para estudiar en el extranjero, con alojamiento incluído. Macao estaba de visita, como todas las tardes en las que llegaba a esperar a que Kim llegará de la universidad y pasar horas con él, entreteniéndose en cualquier actividad.

- ¡¿Te irás?! - Fue la primera vez que vi triste a Macao, aquel brillo de alegría que inundaba sus ojos, parecía haberse desvanecido.

- Solo serán cuatro años de carrera, más uno de práctica. Volveré pronto, lo prometo.

Era obvio que Kim no se dio cuenta de la tristeza de Macao, pero conmigo no pudo fingir, a Kim le sonrió y le dijo que esperaba que le fuera bastante bien, luego le dijo que iría a dejarlo al aeropuerto. Una semana más tarde, Macao no quería salir de nuestra casa, pasó las noches en el dormitorio de Kim y no quería separarse de él ni un solo momento.

Hicieron tantas cosas en esa semana, que más bien parecían turistas recorriendo todo el país, como si quisieran guardar esos recuerdos y dejarlos bien escondidos. Sin embargo, llegó el terrible día en que se despidieron, Macao fue con nosotros al aeropuerto y lo vi desmoronarse después de que Kim abordara el avión.

Vegas estaba molesto, quería que Macao dejara de llorar, porque evidentemente, no comprendía los sentimientos de su propio hermano menor. En cambio yo, le pedí que lo dejara ir conmigo, que lo ayudaría a despejarse para que se calmara y así fue como acabamos en una preciosa laguna, donde por fin pude interrogarlo.

- ¿De qué estás hablando? - Se limpia las lágrimas mientras evita contestar sobre los sentimientos que tiene por Kim.

- ¡No te hagas el ingenuo conmigo niño! ¡Conozco tu secreto y te conozco a ti, no soy estúpido!

Entonces cae sobre mi regazo, desahogándose, repitiendo: "¡Yo lo amo!", una y otra vez hasta que su cabecita se cansó de sentir el dolor de su corazón y se quedó dormido. Tuve que cargarlo de regreso a mi auto y llevármelo a casa, donde lo dejé descansar en la cama de Kim, porque sabía que percibir su aroma lo haría sentir mejor.

El Plan Perfecto || KimMacaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora