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Deja que se estacione,

que encuentre su lugar;

El frío en tu boca,

la sangre en el hielo,

y un cristal de nieve en mi corazón.

Deja que se expanda,

que seque las flores y que se congelen las alas.

Despídete de la calidez

y envuélvete en el único manto que nos da la luna,

entretejido de perdón y olvido.

De nada sirve llorar,

maldiciendo a los amaneceres que no vuelven,

velando tu perdida ilusión

y aullando por una pasión que se te quedó clavada en el cuerpo.

Extrañando aquel paraíso prometido

que nunca llegó a ser tuyo.

Tu dolor no se irá rodando en una lágrima,

ni en un millón más.

Solo lograrás que te quemen, por fuera,

mientras el gélido abrazo de la soledad

seguirá golpeando en tu pecho

hasta el final.

creaTriggerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora