Su mente es una maraña de irrazonables raciocinios, la mayor parte solo se limitan a repetir algunas palabras que está tratando de olvidar mientras camina hacia la puerta principal de la casa de su hermana.
- Ya lo has hecho antes, Brandy, sabes que está bien ahora. - A pesar de sus palabras una descarga de nervios hace que los últimos dos centímetros antes del timbre se sientan especialmente difíciles de atravesar.
Finalmente, la campanilla del timbre suena y ella espera. Un par de segundos y luego un minuto después la puerta está tan cerrada como ha estado desde que ella llegó.
- Tal vez... deba venir en otro momento. - Sus palabras de alguna forma la reconfortan, no tendría que ver a la "familia perfecta" de su hermana, quizás podría finalmente irse sin sentirse mal al respecto.
- ¡Tía Brandy! - Se escuchó en una doble voz al unísono desde atrás de ella.
Antes de poder terminar de girarse cuatro pequeñas patitas están abrazando sus caderas, haciendo que su cola empiece a menearse un poco de alegría.
- ¡Hola niñas! ¿Dónde estaban? - Pregunta mientras su mente se vacía rápidamente de aquella maraña de pensamientos negativos, girándose para poder devolver el abrazo a sus sobrinas.
- Lo siento, ¿Llevas mucho tiempo esperando? - Pregunta su cuñado mientras trata de maniobrar dos bolsas de comestibles y una llave atascada en su bolsillo para tratar de abrir la puerta.
- Espera, Bandit, déjame ayudar. - Sus manos rápidamente se separan de los infantiles cuerpos de Bingo y Bluey para sujetar las bolsas un momento.
- Ah, gracias. - Dice terminando de abrir la puerta mientras las pequeñas ahora solo se aferran a sus piernas, haciendo que sea difícil caminar.
Por unos segundos en silencio las tres Heeler se observan, las más pequeñas solo ríen sujetando a su tía con fuerza mientras ella no sabe muy bien qué hacer.
- ah, Brandy. Lo siento, dame esas bolsas, tú y tus nuevas botas pueden ir a la sala en lo que desempaco. - Menciona con una sonrisa, tomando sus bolsas de comestibles y haciendo que su cuñada solo parezca caer en cuenta de a qué se refiere.
- ¡Oh, claro! Gracias... por recibirme...- Su dicción tropieza mientras se apoya en las paredes para tratar de caminar con las niñas aferradas en sus piernas. - ¿Chili no está?
- Ella vendrá en un rato, se quedó con una amiga en el mercado, pero seguro que no tarda. - Habla desde la cocina mientras la mujer de las "botas nuevas" solo llega pesadamente hasta un asiento en la barra.
- Creo que tal vez debo llamar a mi zapatero...- Dice con pesadez una vez consigue apoyarse en la barra. - Están algo apretadas estas botas.
Dice sacudiendo un poco una de sus piernas para tratar de hacer que Bluey la suelte, no teniendo el efecto deseado antes de que deba bajar su pierna al suelo otra vez.
El padre Heeler simplemente sonríe mientras le sirve una taza de té helado.
- No te preocupes. - Menciona mientras abre uno de los gabinetes para poner algunas latas en su interior. - Oí que las botas se aflojan si las mojas un poco con agua fría.
- ¡No! - Gritan al unísono las niñas mientras se sueltan para evitar una amenaza vacía.
- Oh, niñas, esperen...- Dice tratando de tomarlas sin éxito una vez que vuelve a caer en cuenta de que está demasiado cansada por el pequeño juego de las botas.
Por su parte el Blue Heeler simplemente sonríe, terminando de guardar algunas cosas en el refrigerador.
- Lamento eso, ¿estás bien? - Pregunta cerrando la puerta justo antes de que el pitido suene.
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Palabras que Hieren, Palabras que curan
Fanfiction¡La Tía Brandy ha vuelto! Pero Bingo ha malentendido algo importante, por lo que Brandy tendrá que arreglárselas para recuperar su confianza, muy a pesar de sus propios pensamientos.