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Sobrepensar se había convertido en uno de mis malos hábitos, todo había iniciado con las notas, sobrepensar si había estudiando lo suficiente para obtener una digna calificación, pero al pasar el tiempo, sobrepensar se había convertido en un problema. Las comparaciones comenzaron a ser un ingrediente extra, pensando si era lo suficiente inteligente frente a mis compañeros, incluyendo mi belleza. Nunca le había puesto tanto interés a ello, pero estar en mi segundo semestre de la universidad, me hizo reconsiderar cuáles eran mis intereses.
Y ahí lo miré, su círculo de amigos era bastante reducido, sabía que entre estos se encontraba Chris Wilson, una chica bastante carismática y de bonita sonrisa, que siempre parecía acompañarlo a todos lados y ante aquello, no pude evitar sentir celos. Dalton Lambert se encontraba ingresando al salón de clases. Escasamente platicaba con sus amigos pero era parte de la conversación, como oyente.
Ni siquiera podía comprender cómo lucía atractivo realizando un simple gesto cómo acomodarse el cabello. Sin duda, Dalton se llevaba por mucho al resto de nuestros compañeros.
No pude evitar dejar escapar un suspiro, antes de comenzar a prepararme para la clase. Mis mejillas se enrojecieron al instante, Dalton me había pillado observándolo. Este me regaló una cálida sonrisa antes de, por nerviosismo, mirar en otra dirección, tan rápido como mis movimientos me lo permitieron.
— Buenos días, clase — saludó la profesora Armagan — Hoy haremos una actividad distinta. Todos han pasado exitosamente estos dos semestres, pero, también es importante que entre ustedes haya una convivencia sana — esta sonrió, no pude evitar acomodar mi cabello, ante esto.
Dalton y yo habíamos interactuado multitud de veces, incluso habíamos formado una bonita amistad, hasta que yo comencé a involucrar mis sentimientos, y en cuestión de meses, me había enamorado de él. Desde que lo supe, me convertí en una persona torpe, olvidadiza pero sobretodo con más nerviosismo. Ya no podía entablar una conversación de más de un minuto porque mi mente no iba a juego con mis palabras. Por lo que, tuve que obligarme a mantenerme lejos de él. Acto que Dalton, notó y que, por supuesto, no pasó por alto. Y a pesar de mis intentos por mantenerme lejos, el chico siempre encontraba la forma de estar cerca. Por lo que, no tuve más opción de interactuar con él, lo indispensable.
— Por ello, he decidido que la siguiente actividad sea de interacción, durante tres semanas realizaremos un ejercicio que les permita conocer a sus compañeros mientras elaboran una pintura, sobre lo que representa a su compañero. Esto se realizará en binas, y por supuesto yo los elegiré; y se irán acomodando en el orden en que los vaya nombrando.
No podía negar que el nerviosismo corría por mis venas, mientras mi paranoía alimentaba la idea de que Dalton podría ser mi pareja. Sentía mi respiración agitada y mi estómago revuelto, al escuchar los apellidos de nuestros compañeros pero ninguno era el de nosotros. Tal vez, yo lo estaba tomando muy personal o sería el destino que por fin me obligaría a hablar con él. Y ser más consciente de lo que sale de mi boca.
— Lambert — pronunció la mujer, dejándome sin aliento. Los segundos de silencio parecían eternos y el nerviosismo se encontraba al límite — Williams.
Mi pecho se contrajo ante ello, instintivamente miré en dirección de la chica y no pude evitar sentir una extraña sensación en mi interior. Esta le sonrió gustosa mientras tomaba sus cosas y se acercaba a él. Con extrema confianza lo saludó con un beso de mejilla, aquello fue invasivo para él, al notar su rostro fruncido, platicando ánimadamente con este mientras Dalton sonreía.
Y, ahí estaba de nuevo, mi mente actuaba más rápido que me encontraba buscando las diferencias entre la chica y yo.
— Y, por último Anderson — todo había pasado a segundo plano, lo único que mis ojos miraban era a la chica buscar las maneras posibles de establecer contacto físico con Dalton.
Mi compañero, me golpeó, con el codo, suavemente. Sintiendo la mirada de todos sobre mi, mantenerme en mi sitio. De inmediato me acerqué a mi bina pero no podía evitar sentir el nerviosismo al tener a mi costado a Dalton.
— Hola, (t/n) — mencionó con una sonrisa mientras me miraba a los ojos. Torpemente asentí, cortando aquella interacción.
— Tienes unos ojos muy lindos, Dalton — pronunció la chica, lo suficientemente fuerte como para escucharlo.
— Deberías concentrarte en platicar conmigo y no en escuchar lo que los demás digan — pronunció Derek por lo bajo mi compañero mientras miraba mi mano.
Solté de inmediato el pincel, al notar cuán maltratado lucía.
— Lo siento — murmuré con arrepentimiento.
— Sí, sé lo que puede causar Dalton — soltó con una sonrisa, obligándome a mirarlo a los ojos — Es broma, puedo decir que comparto aquel sentimiento.
Ambos sonreímos ante ello.
— (t/n) — escuché la voz de Dalton luego de un rato — ¿Creed que estoy yendo por el camino correcto? — preguntó antes de mirar en dirección a su pintura.
No pude evitar contemplar su rostro antes de centrarmente en su trabajo. A pesar de que este, apenas iniciaba, no podía evitar admirar aquellos trazos firmes y sin titubeos, Dalton realmente sabía lo que hacía. De nuevo, regresé mi mirada hacia él.
— Va perfecto — comenté con una sonrisa. Acto que también imitó.
El resto de la clase pasó tan rápido como un abrir y cerrar de ojos. Derek se encontraba parado a un costado mío mientras miraba cómo delicadamente guardaba cada objeto.
— ¡(t/n)! — pronunció Dalton, acortando la distancia y evidentemente olvidando la presencia de Derek — Quería saber si nos reunimos más tarde. Hace mucho no lo hacemos — aquello me hizo tragar en seco, en especial cuando no podía dejar de mirar sus labios. Cuánto deseaba poder tocarlos, poder besarlos.
— Lo siento, Lambert, ya hemos hecho planes — intervino Anderson con una sonrisa, obligando al ojiazul a mirarme, esperando una respuesta.
— ¡Dalton! — la voz de aquella chica comenzaba a causarme una furia incontrolable — ¿Quieres venir a mi habitación más tarde? Podemos platicar y conocernos mejor.
No pude evitar mirarla, sobretodo cuando esta había tenido la suficiente valentía, mucha más que yo. No pude evitar morderme la mejilla, rogando al cielo para que se negara. Dalton me miró por última vez, tragando en seco, aquello se había convertido en una extraña situación.
— Supongo — comentó no muy convencido mientras mi interior ardía en llamas.
Dejé escapar un suspiro al mirarlos alejarse, por mi cobardía, no sin antes Dalton mirarme por última vez.
— ¿Por qué dijiste eso? — pregunté con enojo. Tal vez fue mi rostro o la voz abrupta, que logró sobresaltarlo.
— Solo quería ayudar — frunció los labios.
— Pues no lo has hecho — recriminé, antes de tomar mis cosas y salir.
Era evidente que la molestia que sentía, no era por él, sino por mí. Y la manera tan torpe en la que me comporto al estar junto a Dalton.
