5-Carlos

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Besar a Charles era el cielo. Cuando Carlos levantó la cabeza un momento para mirar la cara de Charles, éste le siguió, tratando de recuperar sus labios. Con una sonrisa, Carlos se inclinó para obtener más. Si no hubiera sido él el responsable de que Charles estuviera tirado en el suelo de la cocina durante las últimas dos horas, no dejaría de hacerlo. Pero Charles necesitaba cuidados.

Depositó un suave picoteo en los labios separados de Charles y se perdió por un momento en esos ojos gatunos y Verdosos.

-¿Tienes sueño? murmuró.

-No. Esta vez no.

Trazó la curva del labio superior de Charled con la punta del dedo. La piel alrededor de la boca de Charles estaba enrojecida por su sesión de besos.

-El suelo debe ser incómodo.

-Carlos, estás dentro de mí. Estoy perfectamente cómodo.

Riéndose, Carlos le besó la frente. -Puedo hacerlo mejor que esto. Aguanta.

Era algo trivial, pero Carlos se sintió un poco orgulloso de sí mismo cuando consiguió recoger a Charles del suelo de la cocina, levantarlo y llevarlo al baño de invitados de la planta baja, anudado.

Charles emitió pequeños gemidos de agradecimiento cuando el ritmo de los pasos de Carlos agitó su unión.
Entonces Carlos lo empujó contra la pared de la cabina de ducha y lo hizo correrse una última vez, meciéndolo sobre su polla hinchada y besándolo profundamente. Luego se sentó en los azulejos de la ducha y lavó a Charles en su regazo mientras seguían atados.

Enjabonó el ágil cuerpo de Charles, le lavó el pelo y le masajeó los hombros y los brazos. Saciado y anudado, Charles parecía radiante. Miraba a Carlos con tanta confianza y adoración que a Carlos le dolía el pecho. Cuando Carlos se apartó de él, se sintió mal al estar físicamente separado.

-Me estás mimando-, dijo Charles, envuelto en el albornoz de Carlos mientras éste le secaba el pelo.

En lugar de responder, Carlos lo besó. Todavía estaba mareado por el mero hecho de poder hacerlo y de que Charles respondiera con ganas cada vez.

-¿Qué hora es?

-No tengo ni idea—, dijo Carlos. -Pero necesitas comida.

-No estoy seguro de poder comer nada.

-¿Por qué?

-Me siento raro. No mal raro. Sólo estirado.

-Entonces un batido de proteínas.

-De acuerdo.

Se acercaba la fase más intensa del calor. Carlos había notado las señales en Charles. Se movía más despacio, lánguidamente, su voz era más grave y entrecerraba los ojos como si aún tuviera sueño, rehuyendo la luz brillante. Sus pupilas estaban dilatadas, su olor era ahora potente, incluso entre las olas de calor, y la falta de apetito era también una gran pista. Carlos se sentía a la vez aprensivo y emocionado por los próximos días.

Con lo apasionado y sensible que era Charles, presenciar el pico de su celo sería glorioso.

Charles no se separó de Carlos, tocándolo sutilmente mientras Carlos hacía el batido. Carlos no creía que Charles fuera consciente de ello. Gravitaba hacia Carlos, su cuerpo se aferraba a su compañero. Eso hizo a Carlos peligrosamente feliz.

Se sentaron en la sala de estar y Charles se acurrucó bajo el brazo de Carlos mientras bebía su batido. Carlos inhaló el perfume que desprendía la piel de Charles y jugó distraídamente con el suave vello del antebrazo de Charles.

-¿Te gusta quedarte aquí solo durante semanas? preguntó Charles.

-A veces. Mis hermanos me visitan a menudo, mis padres también. Casi todas las semanas voy a Birdsview y me tomo una o dos cervezas con Blake. Es el sheriff de allí y un buen amigo mío. No me siento solo cuando estoy aquí.

Precioso -charlos-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora