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La casa estaba llena de tensión, por decir lo menos. Cuando Fourth entró en la cocina más tarde, agarré mi laptop y me fui. Fui a buscar la habitación desocupada en el segundo piso, la cual dijo que podía usar como oficina. Era de buen tamaño, completamente vacía además de las cajas en un armario. Esto funcionaría bien. Había unos cuantos ventanales con buena luz solar entrando durante el día, y una vista que podía admirar cuando necesitara un descanso.

Necesitaba aclarar mi mente, antes de volver a trabajar, así que decidí salir a correr. Volví al dormitorio, desempaqué una caja que Lotte había etiquetado "ropa de ejercicio". Justo como decía, mis zapatos para correr y la mayoría de mis cosas para ejercitarme estaban allí. Me cambié rápidamente, agarré mi iPod, troté hasta la puerta del garaje ya que todavía no tenía una llave de la casa, y me fui.

Sentí los ojos de Fourth sobre mí, pero me imaginé que era obvio que iba a correr y no que me iba para siempre, porque ni siquiera tenía las llaves del auto. A pesar de que normalmente lo hacía, no comencé lento esta vez. Necesitaba el ardor en mis músculos para ayudarme a pensar en mis emociones. Hice cuatro millas en vez de tres a máxima velocidad, y volví en menos de veinte minutos. Ser un cambiaformas, tenía sus ventajas después de todo.

Mientras caminaba de regreso a la cocina, bañado en sudor, vi a Fourth sacando comida del horno en la encimera. Sí, como si quisiera comer con él. Oh, demonios, como si confiara en él para cocinar mi comida y no poner algo en ella. En su lugar, me dirigí a la ducha.

Me tomé mi tiempo, restregando con fuerza para dejar salir mi frustración de la que no se había deshecho el trote. Cuando hube terminado, me sequé, me puse unos shorts, y me dirigí al primer piso.

—Hice la cena —, dijo Fourth con suavidad, cuando entré en la cocina.

—Qué lindo de tu parte —, espeté, mientras abría el refrigerador y agarraba las sobras de la comida china.

—¿Ni siquiera vas a comer lo que hice? —Me giré para enfrentarlo y vi que su boca estaba abierta por el shock.

—¿Puedo confiar en que no hay veneno para ratas en eso? —Gruñí entre dientes, mientras él volteó su mejilla como si lo hubiera golpeado.

—No saber cómo decirte algo no es lo mismo que mentir, Gemini —, dijo por fin, sus ojos eran fríos. —E ir de eso, a asumir que voy a envenenarte es un enorme salto. Ya no seguiré pidiendo perdón, ni tratare de disculparme, si vas a ser tan irrazonable.

No respondí. Metí la caja de comida china en el microondas y presioné inicio, debido a que él tenía razón. Estaba exagerando. Pero traiciono mi confianza, y para mí, cuando se trata de eso, era todo o nada. O confiaba en ti o no lo hacía, y eso significaba que no confiaría en él.

—Aún necesitamos tener sexo esta noche —, susurró Fourth, cuando mi comida estuvo lista e intentaba escapar.

—Bien, tienes que estar listo y estirado a las nueve, me reuniré contigo en tu habitación—, espeté antes de largarme a mi oficina. ¡Sí, como si realmente quisiera tener sexo con él!

Trabajé hasta las nueve, suspirando cuando vi la hora. Mi polla no estaba cooperando con la idea de tener sexo, porque todo en mi interior gritaba que no tocara a Fourth. Fui a su habitación y efectivamente, mi pareja estaba acostado en la cama, desnudo, como un sacrificio. Apartando la mirada de su cuerpo y dirigiéndola a sus ojos, podía ver que, probablemente, quería esto menos que yo.

Incapaz de lidiar con sus problemas, me desvestí rápidamente y me aproximé a él. Aceité mi polla, que ahora se había endurecido, con el lubricante que él tenía junto a su cadera antes de tirar de su pierna. Demándenme, él estaba desnudo. Dejó salir un chillido por el shock, mientras lo arrastraba a un lado de la cama y lo volteaba, así sus pies estaban en el suelo.

U.C.U.RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora