El brillo de sus ojos

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MADELINE

Llegaba tarde a el instituto, era mi último curso y estábamos acabando ya las clases porque quedaba poco para las vacaciones de navidad. Ese día no había desayunado y tenía un hambre tremenda, así que pensé en pasarme por mi cafetería favorita, en la que hacían las mejores galletas de chocolate que he probado nunca.

Solía ir muy a menudo allí, ya que casi nunca me daba tiempo a nada y no desayunaba en casa, así que se puede decir que era una clienta fiel.

Estaba escuchando ''Strawberries & Cigarettes'' mientras corría de camino a por mis galletas, cuando entré al café me fijé en un chico que no había visto nunca antes.

Al verme entrar se acercó rápidamente para preguntarme qué quería tomar y yo levanté la cabeza del móvil al escuchar su voz. Cuando miré esos preciosos ojos de color azul grisáceo me quedé embobada mirándole mientras que comenzó a sonar levemente una melodía familiar, la canción de ''My only love", y por alguna razón ese momento me hizo sentir algo dentro de mí.

JAMES

El dueño del café me había dicho que una chica morena pasaba todos los días a por galletas con chocolate, me dijo que le diera una bolsa que tenía preparada para ella en la barra. Yo no imaginaba que esa chica fuese tan especial, pero cuando la vi entrar por alguna razón sentía algo raro en el pecho que no me pasaba desde hace mucho tiempo. Me acerqué para preguntarle lo que quería tomar y me respondió que era amiga del dueño y que siempre le tenía preparada una bolsa, entonces supe que era la persona de la que hablaba mi jefe. Cuando se quedó mirándome a los ojos me sentí atrapado por los suyos, estuvimos haciendo contacto visual durante unos segundos que para mí fueron eternos. Sus ojos eran preciosos, brillaban mucho, tanto que aquella sensacion que recorrió mi cuerpo al mirarle se grabó en mi memoria.

-Toma, aquí tienes - dije mirándola.

- Gracias, ¿oye, eres nuevo por aquí no?

- Sí, empecé hace un par de días.

- Ay, pues no te había visto, y eso que siempre paso por aquí. - puso cara de estar intentando recordar si me había visto alguna vez, pero sacudió la cabeza indicándose a si misma que no lo había hecho.

- Es que antes tenía horario de tardes, me lo han cambiado.

- Ah vale, entonces no tengo tan mala memoria- se le escapó una pequeña mueca y me contagió una sonrisa - pues ahora me verás muy seguido, tendrás que aguantarme- me regaló una sonrisa amable que por alguna razón me hizo sentir calidez en el pecho. Le devolví la sonrisa y ella se despidió de mi con la mano, la imité. Luego volví dentro a trabajar.

MADELINE

Me fui corriendo de allí porque no me daba tiempo, iba a llegar muy muy tarde ese día porque me había entretenido hablando con aquel chico misterioso de la cafetería. Digo misterioso porque cuando lo vi me lo pareció, aparte de atractivo, claro. Era rubio y tenía pequeños ricitos revueltos, tenía una mandíbula marcada y buaa... sus ojos, esos ojazos que me habían enganchado como si fueran droga. Era precioso había que admitirlo, me recordaba un poco a Jeremiah de ''The summer i turned pretty'' o a JJ de ''Outer Banks''. Llegué a clase y el profesor me echó un poco la bronca, pero luego me senté al lado de mi mejor amiga y le conté lo que había pasado con aquel chico de la cafetería. Ella se vio entusiasmada, a las dos nos encantaba el chisme y las cosas romanticonas. Éramos como hermanas, aunque totalmente diferentes en algunas cosas. Jade era una chica muy guapa, tenía a muchísimos chicos detrás y yo... pues bueno, pasaba de todo. Ella y yo nos conocimos un día por casualidad en una librería de la ciudad en la sección de romance juvenil; porque sí; las dos éramos unas locas por los libros románticos. Jade y yo teníamos muchos estereotipos en el amor, así que no nos quedábamos con cualquiera que se nos acercase. Aunque últimamente cada vez que Jade venía a casa y se cruzaba de casualidad con mi hermano; que era 2 años mayor que nosotras; evitaba mirarle mucho a la cara cuando estábamos los tres hablando de cosas sin sentido. Empezaba a sospechar que hubiera algo entre esos dos, aunque no me importaba si lo hubiera, ya que eran 2 de las personas más importantes de mi vida y que tanto quería. Además, sería una historia de amor de las que tanto la enganchaban, el amor del hermano de tu mejor amiga.

Al acabar las clases, me despedí de Jade y me dirigí a la parada del bus, aunque estaba un poco distraída y casi me caigo de boca, pero alguien me sujetó la mochila y me quedé inestable en el aire, si le apetecía soltarme me daría de narices contra el suelo, pero no lo hizo. Recobré el equilibrio y me sacudí los pantalones al ver que tenía brutitas de las galletas que me sobraron de esa mañana y que había estado comiéndome de camino a coger el bus, después me giré a ver quien era mi supuesto héroe. Me quedé en shock cuando le vi. ¡Era el chico del café!
Me moría de vergüenza porque ¿quién sería tan torpe para caerse por haber pisado una cordonera de los zapatos? Exacto, yo.

- Anda, tú de nuevo galletas, a ver si miras por donde vas que no siempre voy a poder estar para salvarte - dijo, y sonrió de forma engreída y a mi me dieron ganas de pegarle por esa sonrisita porque no tenía gracia. Y encima ese apodo, ¿galletas? Me dio un cosquilleo en el estómago al oírle pronunciar ese nuevo apodo, aunque no sabía si era de enfado, de otro sentimiento o quizás de varios.

- Hola chico misterioso que no sé cómo se llama, - se le escapó una carcajada y puso los ojos en blanco por aquel comentario de ''chico misterioso''. - gracias por haberme rescatado de caerme al suelo. No te preocupes, se salvarme solita- dije con orgullo porque aquel comentario haciéndose el héroe había sobrado.

-Perdona galletas, no pretendía ofenderte- parecía que lo dijo de verdad- por cierto, no me llames ''chico misterioso''. Podemos presentarnos si quieres ya que vamos a vernos todos los días en el café. - asentí y el formó una pequeña sonrisita en sus labios- Mi nombre es James.

-Encantada James, yo soy Madeline, pero suelen llamarme Maddie.

- Prefiero llamarte galletas, te pega más. - puse cara de asco.

- No me llames así

- ¿Por qué? Si te queda a la perfección, adoras las galletas de chocolate. - Si, tenía razón, las adoraba. Y no se por qué me gustó que se acordara de ese detalle por muy obvio que fuera. Pero aquel apodo era un poco... no se como decirlo, ¿especial quizás? En fin, no me gustaba.

- Simplemente no me gusta...

- Pues me da igual, te seguiré llamando así. - en ese momento le maldecí con la mirada.

JAMES

¿De qué me sonaba aquel nombre? Madeline...
En aquel momento no le di importancia, por alguna razón disfrutaba verla enfadada. Esa arruguita que le salió en el entrecejo y la forma en la que se comportaba me hicieron darme cuenta de aquello.

Acababa de conocerla, pero creo que fue como si me hubieran hechizado, me hechizaron esos ojos... No podía parar de mirarla. Tengo que ser sincero, no era la persona más guapa que había visto en mi vida, aunque creo que me resultó familiar, sentí un cosquilleo similar al que sentí hace tiempo y que llevaba dormido dentro de mi dormido desde hace años.
Madeline avanzo unos pasos al ver que había llegado el bus y se giró para despedirse de mí con la mano, yo la imité y seguí caminando hacia mi destino.

Había quedado con unos antiguos amigos del instituto ya que llevaba un buen tiempo sin verlos y teníamos que ponernos al corriente. Había acabado el instituto dos años atrás y empecé a estudiar bellas artes, a trabajar en el café y también de vez en cuando componía alguna que otra canción cuando me sentía inspirado.

Cuando llegué al bar estaban todos ya allí, y yo como siempre, llegaba tarde. En un lado de la mesa estaban Mia, Justin y Tom, al otro lado estaban Sandra, John y Heather. Yo vi aquel sitio vacío al fondo y me vinieron recuerdos a la mente de unos años atrás... faltaba él, el que había sido mi mejor amigo desde infantil y que por una discusión de alguna tontería que ya ni recordaba y nuestros orgullos, no volvimos a hablarnos. Había pasado mucho tiempo y los dos nos habíamos negado a escribirnos, pero el rencor fue desapareciendo y fue como si con el tiempo hubiera suavizado el sentimiento de no tenerle en mi vida hasta convertirse en algo con lo que convivía día a día. Aun así, cuando volvió el recuerdo sentí un nudo en el estómago, ese dolor de su ausencia, la ausencia de aquel chico que había estado a mi lado toda la vida y con el que había compartido todo absolutamente todo.

Contigo todo es veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora