01

214 13 0
                                    

El agite de las jugadoras y el sucumbió del micro al frenar despertaron a Agostina. Aunque a su lado, Valentina seguía durmiendo plácidamente.

Sin pena ni cordura, Agostina agitó a Valentina y aludió su nombre hasta que logró despertarla. Las jugadoras tomaron sus bolsos y se despidieron gustosas de esos incómodos asientos.

—¿Vamos a jugar un "fulbo"? —Bromeó Julieta. Todavía no habían cenado debido a la orden del director técnico «Dejen sus pertenencias en recepción, esperen la orden para la Charla Técnica y, por último, comen».

—Soy un desastre jugando al fútbol —respondió Valentina.

—Tengo la sensación de que esto va a ser un caos —añadió Agostina, observando el lugar con inquietud.

Habían estado esperando un rato en recepción, el reloj se acercaba a las 19:00 de la noche y el cuerpo técnico finalmente dio la señal para que avanzaran hacia la sala de estar.

Observaron con atención el lugar y cada rincón de él; cuatro paredes que irradiaban tranquilidad y comodidad. Tres de ellas eran blancas y una era celeste. En esas paredes se desplegaban grandes cuadros históricos que transmitían las emociones de cada imagen capturada; A su lado, el espacio ocupado por sillones que con tan solo verlos generaban comodidad.

Aunque la comodidad desapareció cuando notaron la presencia de más gente en la sala. Específicamente; la selección masculina de futbol.

El asombro de Agostina fue el que resaltó entre las jugadoras y era fácil notarlo a miles de kilómetros. No podía creer estar a tan solo dos metros de Messi o Di maria.

Su carrera de hockey le daba el privilegio de conocer a algunos jugadores importantes, pero ahora... ahora estaba saludando al mejor del mundo con un cálido abrazo.

—Gracia' Ago' —Agradeció con una sonrisa amplia a la jugadora luego de escuchar sus halagos por ser el mejor del mundo—. Sentate por favor.

Sin dudar, Agos se sentó en el lugar que le cedió Messi. No sabía si él lo había cedido por cortesía, o más bien, para silenciar los insufribles halagos de la morocha, pero no le importaba; Ella había hablado con el capitán!.

—Buenas tardes jugadores y jugadoras... —Tapia silenció el barullo que se había formado por la presentación entre las selecciones—. Estamos muy gustosos de tener a dos grandes selecciones en nuestro predio, para realizar esta sorpresiva convocatoria.

—Dale que quiero morfar Chiqui! —Gritó el Dibu Martinez sentado en un rincón, lo que provocó un barullo risas entre los plánteles.

—Bueno, es verdad, sin darles muchas vueltas... Ustedes están acá para enfrentarse a dos semanas de convivencia, donde evaluaremos la adaptación y rendimiento de los equipos a una "alteración" de la rutina —Anunció Tapia—. Cada uno de ustedes recibirá la información de su número de habitación y nombre de su compañero de cuarto, aunque ya deben tener una idea. Cualquier duda, Scaloni, Fernando o cualquiera del cuerpo técnico está a disposición, les deseamos un buen inicio.

La charla terminó y Agostina fue la primera en pararse y agradecer por la sabías palabras. Aunque su propósito era ir corriendo al comedor para poder devorar todo tipo de comida.

En el camino hacia el comedor observaba cada detalle de los amplios pasillos; Le encantaba como entraba la luz naranja que dejaba la despedida del sol por las tardes y el verde que se veía a través de ellos.

—Buenas tardes —susurro Agos entrando al comedor.

—Buenas noches diría yo muchachita! —le respondió con amabilidad una señora. Supuso que era la cocinera; usaba delantal blanco y estaba parada detrás del mostrador—. ¿Corrió hasta acá para llegar primera?.

—No corrió, pero tampoco esperó a las demás —Valentina tomó por sorpresa entrando al comedor y habló antes de que pueda responder.

Con una risa amable la señora permitió que la dupla se sienten en una de las mesas a esperar ansiosas el plato permitido de hoy: «milanesas con puré».

El viaje en micro para llegar hasta el predio había sido extenso. Eso dejaba a las jugadoras muy cansadas y hambrientas. Solo pensaban en devorar su plato de comida y dormir profundamente.

La noche caía y las estrellas alumbraban el comedor atravesando las ventanas. Todo era silencioso, con suerte murmullos de conversaciones se escuchaban. De a poco cada uno levantaba su plato y se despedía de la cocinera para irse a descansar.

(...)

Agostina sentía el bolso cada vez más pesado, parecía que el hombro se le iba a salir de lugar. Agradecía que los de utileria se encargaron de guardar los palos y bochas que cada jugadora traía.

Aunque también había que mirarlo de otra forma; Agostina y Valen habían traído los bolsos más cargados del plantel (sin exagerar), que además de ropa, traían comida.

—tu año, mi año, este año —Recordó valen la contraseña, antes de presionar los botones que traía la cerradura de la habitación.

01-02-22. Correcto.
el sonido del clic anunció su entrada.

Entraron a la habitación dejando atrás el bullicio del día.

Valentina dejó caer su bolso en el suelo alfombrado, colocó su teléfono en la mesa de luz y se acomodó en una de las dos camas blancas que ocupaban el lugar. Acomodó las almohadas detrás de ella y suspiró aliviada.

—¿Que haces Agos? —pregunto Valen mientras observaba a su compañera sacando ropa de su bolso, con una toalla colgada sobre su hombro.

—Voy a dormir mejor si me doy una ducha —respondió yendo al baño.

—¿Es tu excusa para afrontar el insomnio?—Preguntó Valentina mientras se acomodaba en la cama, recordando las innumerables madrugadas en las que Agostina no dormía.

El sonido suave de la ducha continuó de fondo mientras la habitación se sumía en una calma reconfortante.

El vínculo de la medianoche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora