Reparaciones

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Tv-nauta, si estas leyendo esto.... no, no lo haces.

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El sonido de algo bastante pesado ser arrastrado hacía eco en el lodoso camino de entrada de una pequeña cabaña. Una figura se asoma por la ventana de la vivienda, la cual rápidamente se desplaza hacia la puerta; se llevó la peculiar vista de un par de perros, uno blanco con un suéter y uno gris con una camisa escolar, tirando de la chaqueta de aviador marrón que aun vestía el cuerpo metálico que ambos caninos llevaban a cuestas. Un robot muy peculiar: un Tv-nauta, el último que queda. 

La figura propietaria de la casa, que resulta ser una joven en sus veintes, abre la puerta antes de que los perros tengan la oportunidad de estrellar contra la puerta el televisor que funcionaba como la cabeza y mente del autómata, pues no alcanzaban el timbre. El canino de pelaje blanco hizo una especie de mueca que mostraba su decepción por no lograr su cometido, para él era gracioso el sonido seco que hacia la cabeza de su amigo de metal cuando la usaba como ariete.


"Buen intento, pero tu chiste implicaría más trabajo para mí", comenta la joven. Tomando el lugar de ambos perros, tira del cuello de la chaqueta de aviador y el traje completo anaranjado para adentrarlo más a su vivienda, para quitarlo por completo de la entrada y, acto seguido, pagarle a ambos caninos con afectuosas caricias bajo sus cabezas y dos bolsas de doritos rojos. Una vez ambos animales se marcharon, retomó la tarea de arrastrar el pesado cuerpo como si se tratase de un cadáver —aunque cuenta más como un trozo de chatarra, si lo pensamos detenidamente— hasta dejarlo medianamente sentado en el sofá del pequeño lugar, con su "cabeza" tirada hacia atrás, recargada en el respaldo.


La fémina apoya una caja de herramientas en la mesa central de la sala y cuidadosamente le hecha una mirada al robot inactivo; decir que estaba hecho un desastre era muy poco: la pantalla estaba fisurada, su ropa estaba sucia y rota, el olor chamuscado y el que este no esté consciente, por decirlo así, ya era una mala señal.


"¿En dónde estuviste ahora?", pregunta, aun sabiendo que él no le iba a responder. Se colocó los guantes y se dispuso a regresarle la vida a este viejo merodeador de lugares olvidados por la modernidad, uno de los pocos que recuerda haber visto ser tan valiente —o idiota— como para adentrarse a los rincones más oscuros y retorcidos jamás conocidos; eso le hizo guardarle mucho respeto, pero también bastante preocupación. Sin embargo, de alguna u otra forma, no importa que tan mal estuviese, siempre volvía a su puerta en busca de ayuda...

Las veces que Tv-nauta estaba consciente, su expresión y su voz se cargaban de nerviosismo. Como ese tipo de vergüenza que una persona siente al pedirle ayuda a alguien que sabe que va a terminar regañándolo. Siempre le pareció fascinante como el autómata podía replicar emociones tan genuinamente, como si de verdad fuese un humano. Pero aun con las ya varias visitas de su parte, jamás encuentra aquello que responda a la duda de su cabeza, sobre qué lo hace actuar con tanta.... humanidad.

Durante un rato, la muchacha debió limpiar y remplazar algunas piezas dentro del televisor de Tv-nauta, siempre con cuidado de no hacer muchos cambios a la estructura original, temía que eso le hiciese perder su característica personalidad. Pronto, escuchó un pequeño clic, y al inclinarse pudo ver el par de ojos de LED parpadear aturdidos a través de la nueva pantalla que le había colocado y mirarle con cierta sorpresa.


"Buenos días", saluda con cierta diversión, palmeando suavemente el marco que aun sostenía el cristal de la pantalla antes de darle un pequeño tirón hacia atrás para poder alcanzar algunas áreas que estaban fuera de su alcance. Esto de que tengan al menos una cabeza y media de diferencia en estatura no es muy conveniente cuando se trata de hacer funcionar nuevamente al cabeza de televisor.

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