♛𝓨𝓪𝓷𝓭𝓮𝓻𝓮 𝓕𝓪𝓲𝓻𝔂𝓽𝓪𝓵𝓮𝓼♛

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『𝕭𝖊𝖆𝖚𝖙𝖞 𝖆𝖓𝖉 𝖙𝖍𝖊 𝖇𝖊𝖆𝖘𝖙』

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 Abrí la puerta rápidamente y entré. El sonido provenía del sótano así que corrí apresuradamente allí para ver si el pobre señor estaba bien. Cuando abrí la puerta del sótano, me encontré con mucho humo que hizo que respirar fuese difícil. Me tapé la boca y la nariz mientras apartaba el humo sacudiendo mi mano y avanzaba. Por fin pude ver al hombre estando en el suelo mientras murmuraba maldiciones en voz baja enfadado. Cuando por fin el humo se calmó, pude apartar mi mano y respirar mejor. Al parecer, el humo salía de una máquina al lado del hombre. Este, se levantó y procedió a apagar la máquina antes de girarse y mirarme. Su ceño fruncido cambió a una sonrisa cuando me vio allí de pie y se acercó a mí.

—¿Estás bien?— Pregunté preocupada por lo que acababa de pasar. Después de todo, era una persona mayor y podría hacerse daño si seguía así.

— Yo sí, estoy bien, pero este cacharro no.— Apuntó a la máquina que todavía expulsaba un poco de humo. — Esta cosa no funciona y no puedo hacer que funcione. Va a hacer que se me caigan los pocos pelos que me quedan.— Dio un suspiro antes de sentarse en un taburete.

Dejé la cesta con el libro en una mesa y me acerqué a él para consolarlo.

— Seguro que haces que funcione, eres un genio, ¿Verdad?— Coloqué mis manos en sus hombros, tratando de calmarlo. — El verdadero perdedor es quién se rinde. Y mi padre es un genio, no un perdedor.— Era extraño referirme a él como padre sabiendo muy bien que no lo era. Pero tenía que aparentar normalidad en ese cuento. Se supone que es mi padre y yo me tengo que acostumbrar a llamarlo así me guste o no. Era una pena que él pensase que de verdad era mi padre cuando en realidad soy una persona cualquiera ocupando un puesto que no me pertenece.

—¿De verdad piensas eso?— Asentí, respondiendo así a su pregunta.

— Conozco bien a mi padre.— Una mentira obvia pues ni siquiera sabía cómo se llamaba, pero al menos lograría animarlo un poco.

Él pareció muy feliz tras escuchar mis palabras.

—Bien, arreglaré esto. Así que observa bien.— Se levantó y se acercó a la máquina.— Dame la mandriladora. —¿El qué? ¿Qué era eso? Él vio mi cara de confusión y procedió a explicarme. — Es una cosa de metal con varios agüeros. — Me acerqué a la caja de herramientas y me puse a buscar lo que él había descrito. Pronto, encontré lo que creía que era y lo agarré para dárselo. —¿Paso algo fuera?— Preguntó mientras agarraba la herramienta.

— Nada, sólo agarré un libro de la biblioteca. — No tenía ganas de explicarle más ahora mismo.

—¿Y no has hablado con ningún chico?— Lo escuché preguntar desde debajo de la máquina.

— No, que va.— Negué.

— Hay chicos muy guapos por ahí. Gian tiene a todas las chicas babeando por ser alto y musculoso y Louis es bastante rico. — Sólo con el primer encuentro con Gian, ya no me gustaba. Por otra parte, Louis era más calmado.