Capítulo VII

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*Nunca sabremos por qué irritamos a alguien: qué es lo que nos hace simpáticos, qué es lo que nos hace estúpidos, nuestra propia imagen es nuestro mayor misterio*

*Milan Kundera*

- ¡Maldita zorra!.- me tiro encima de ella y le doy un puñetazo, ella me agarra del cabello y me tira en el suelo.

- ¡Te dije que te alejaras de Leonardo pero no haces caso!- me grita golpeándome,es un poco más fuerte que yo porque obviamente ella va al gimnasio, me pega con algo duro en la pierna derecha y grito por el dolor.

- ¡Ashley suéltala!- grita Leonardo llegando a dónde estamos y separa a Ashley para que deje de golpearme, me logro levantar y le doy otro puñetazo en la cara.

- Yo a tí no te he hecho nada, no te he robado a nadie, si Leo no quiere estar contigo es porque sabe la bruja que eres, así que déjame en paz.- le digo limpiándome la sangre que tengo en el labio y salgo de allí cojeando un poco.

Camino por el pasillo mientras todos me miran, Leonardo llega a mi lado agitado, parece que discutió otra vez con Ashley,tiene la mejilla roja, seguro ella le dió una buena bofetada.

En este momento estoy molesta con él, por su culpa Ashley está haciendo esto y me va a buscar problemas.

- Sky espera.- me agarra por el hombro y me detiene.- Apóyate en mí.- me suelto de su agarre bruscamente.

- No me toques, por tu culpa Ashley me está haciendo la vida imposible.- le reprocho.

- No le hagas caso, está loca,no supera la ruptura, déjame explicarte..

- No me debes explicaciones.- le digo seria.

- Se supone que somos amigos.- me dice agachando la cabeza.-Porfa no estés molesta conmigo y te pido disculpas por Ashley también.- hace un puchero gracioso y no puedo aguantar la risa.

- ¿En serio? Contigo nadie puede estar molesto porque vienes y haces esos pucheros.- le digo riéndome.

- Y no sabes que otras cosas hago para ganarme el perdón de una chica.- me dice al oído y enseguida capto lo que me quiso decir.

- Mira que eres pervertido Leonardo.- le digo fastidiada.

- Así traigo a muchas chicas locas.- sonríe y me mira a los ojos,me sonrojo y aparto la mirada.

- Ay ya deja de molestar,deja que me vaya.- le digo escondiendo mi rostro.

- Te dejaré ir si me disculpas y quitas esa cara de pato Donald enojado.- lo miro con cara de pocos amigos y le saco la lengua por su comparación.

- No tengo que disculparte nada, tú no tienes la culpa de que Ashley me odie desde que tiene uso de razón.- le sonrío.- En verdad me pregunto que le habré hecho a esa chica para que me odie.

- Seguro te tiene envidia.- dice encogiéndose de hombros.

- Sí no me digas, Ashley Montoya,la chica más hot de esta escuela va a tenerme envidia a mí que ni me maquillo y espanto a los chicos.- le digo irónica y suelto una carcajada.

- No te tiene envidia por los chicos ni por la belleza,ya se sabe que tú no eres una Barbie, eres más cómo una Irene Adler, más regada y sin tanta elegancia cómo la de Sherlock, pero misteriosa.- lo miro confusa,¿acaso este chico se ha vuelto loco?.

- ¿Yo misteriosa?- él asiente en respuesta.

- Sí, eres reservada y también impredecible, cómo una rosa negra entre miles de rosas rojas, llamas la atención, los chicos desean acercarse a tí para conocerte pero te has creado una armadura y les da miedo lo fuerte que puede llegar a ser.

Con la miel en los labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora