Capítulo 1 ~ La Vida Para Mí

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La sylveon despertó y agitó sus orejas. Se levantó y se colocó sobre sus cuatro patas. Escuchó ruidos prevenientes de la cocina. Fuego encendido, un ruido metálico, pasos. Nícolas había despertado.

   Agitó su corto pelaje y avanzó hasta la cocina. Allí, Sombra estaba sentado sobre el regazo de Nícolas, que se encontraba sentado junto a la mesa, en una silla de madera igual que la anterior. Sombra se bajó y avanzó hacia Daisy, que se le acercó, ronroneando. Sabía que el pokemon no estaría dispuesto a demostrar ningún cariño. A veces parecía que no tenían ninguna relación.

   —Buenos días— dijo él.

   La sylveon se le acercó y restregó el hocico contra su mejilla. Agitó la cola, encantada y excitada, cuando él le dio un cálido lametazo en la nuca. Se le acercó y lo imitó, aunque él ya no parecía interesado. En cambio, se fue a sentar en el sillón. El sillón consistía en una acolchada silla verde hoja en la que entraba un solo humano sentado. Ella se acercó y saltó arriba. Sombra se había recostado, y ella se recostó junto a él. Empezó a darle lametazos rítmicos, para ayudarlo a dormir. Él ronroneó y se colocó boca arriba. La abrazó co las patas delanteras y la empujó haccia él, de forma que ella acabó apoyando la cabeza en su pecho.

   Miró el esbelto cuerpo del umbreon. ¿Alguna vez se mostraría de verdad interesado en ella? Se suponía que eran pareja, pero no parecía demostrarlo. La sylveon amasó el cuerpo del pokemon con las patas mientras le daba cálidos lametazos. Ambos ronroenaron; parecía lo único que él sabía hacer. Pero, sin embargo, a Daisy le gustaba aquel trato. Puesto que era lo único cariñoso que podía sacar de él... lo disfrutaba.

   Finalmente, el pokemon se durmió. De seguro había estado despierto la mitad de la noche y despertaría al atardecer. Daisy se levantó y oyó otro ruido metálico. Vio como Nícolas se preparaba una taza de té. Se acercó a su dueño y se le pasó entre las patas. Unos segundos después, se encontraba sirviendo comida pokemon en un plato rosado que decía <<Daisy>> en grandes letras blancas.

   La pokemon se subió a la mesa mientras esperaba a que su dueño acabara de beberse el té. Un rato después, él abrió la puerta y Daisy salió corriendo, aspirando los dulces aromas del bosque. Nícolas la siguió mientras ella avanzaba a través de los árboles. Llegó al sitio donde el bosque se difuminaba y apreció frente a ella una playa de arena. Avanzó y se metió directamente al agua del lago. Ojalá Sombra estuviera allí con ella... aunque a él no le agradaba mucho el agua.

   Empezó a nadar. Nadaba sólo un poco, y luego regresaba a donde hacía pie para respirar. Sintió un cosquilleo entre las zarpas y creyó ver un magikarp, pero no estuvo segura, y no pensaba ir a buscarlo. Finalmente regresó a la orilla y se sacudió el pelaje para regresar junto a su dueño, que se encontraba sentado mirándola.

   Escuchó un ruido de agua, y notó como las aguas del lago temblaban. Miró y vio a un jolteon que se encontraba mojando las patas en la orilla, que le lanzó una mirada juguetona.

   —¡Ven acá!— llamó el macho.

La contradicción de DaisyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora