|Cap. Único|

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El continúo tic tac de las manecillas del reloj resuenan con eco en la espaciosa oficina y logran alterar la paz de un hombre peliverde quien tiene una mano sobre su mentón mientras sus cejas se mueven inquietas al tratar de recordar con quienes debe presentarse en una junta dentro de unos diez minutos aproximadamente.

Una de las suelas de sus zapatos golpeteo ansioso las relucientes baldosas grises, el desespero aumenta a tal punto que su frecuencia cardíaca traspasa el parámetro de sesenta latidos por minutos.

Está claro que es con unos inversionistas, pero desconoce el tema principal, las pautas de la reunión y sobre todo, sus objetivos.

Exhala resignado y justo cuando está pensando en huir a su lugar seguro, la puerta de su oficina se abre, dejando a la vista de sus grandes ojos color jade, la bendecida silueta de su secretario quien observa con atención una página de la agenda que suele cargar consigo siempre.

Cierra la puerta sin levantar siquiera la mirada y comienza a recorrer el camino hacia el jefe, está tan familiarizado con el espacio que no teme tropezar en cualquier momento.

El peliverde aprovecha su distracción y se dedica a apreciar el buen porte y caminata estilizada que posee, admirando lo bien que le queda aquel traje color rojo vino, lo perfecto que se amolda el corte a su cintura y como los tres botones abiertos de su camisa le dejan una exquisita vista del comienzo de sus pronunciadas clavículas.

Es demasiado hermoso para no perderse entre sus atributos, casi siente como su lobo interno aúlla entusiasmado y como agita su cola con devoción, comportándose igual que un grandísimo perro faldero.

No es para menos, el omega frente a él, de cabello rubio cenizo, tiene unos ojos color escarlata tan hipnotizantes que lo lleva al limbo con apenas una mirada, unas pestañas largas que con cada parpadeo siente una brisa golpear contra su corazón, unos labios rosáceos y delgados que normalmente se lucen en sus pucheros cada vez que se concentra, también podría hablar de su exuberante cuerpo pero desea permanecer tranquilo por el momento.

Sonríe ladino cuando a sus fosas nasales llega aquel aroma natural a durazno de sus feromonas combinado con un toque de caramelo del perfume que fue rociado en la piel de su cuello.

—Deja de mirarme como un estúpido y escucha lo que voy a decirte—

Él no observa el semblante de su jefe pero puede intuir como se lo devora con los ojos, en ese aspecto ese alfa es demasiado transparente.

—Es todo un placer verte frente a mí, Katsuki...—

El mencionado frunce el ceño y por fin dirige esos amenazadores rubíes hacia el alfa poco inteligente con quién trabaja.

Quiere decir un improperio pero su intención se ve detenida cuando observa la fachada del gerente general de aquella famosa constructora donde lleva laborando por más de diez años.

No ha cambiado con el tiempo, sigue siendo un inútil, a veces piensa que lo hace a propósito.

Nadie puede ser tan idiota. Piensa con escepticismo el omega.

Suelta un pesado suspiro y niega con la cabeza, cierra su agenda y la guarda bajo el brazo mientra se acerca para arreglar la corbata mal hecha del alfa, el más alto sonríe con culpa por haber conseguido su cometido.

Es un plan infalible, su secretario ve que es un desastre, se ofrece a arreglarlo y toma esa oportunidad para contemplar su belleza mucho más de cerca, está tan pegado a su cuerpo que solo bastaría rodear su cintura para acorralarlo.

—Señor Midoriya, la junta de las tres es sobre la inversión de la corporación Sunrise para la construcción del ala pediátrica en el hospital Lemillion, los insumos son el punto importante, pero también debe hacer énfasis en los tiempos que tomará la planeación, edificación y un estimado de días adicionales en caso se presente un evento fortuito—

Ritmo Cotidiano | Dekukatsu | OneshotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora